Eulalia pesa 50 kilos, Águeda 260 y Pilar 125, y llegaron a la iglesia de Santa Eulalia en 1955, 1984 y 1985, respectivamente. Se trata de las tres campanas que, gracias a las aportaciones de los fieles de la parroquia, lucen como nuevas desde que ayer las colocaran en la torre de la iglesia, después de haber pasado durante el verano por las manos de los restauradores. Según ha informado a LA OPINIÓN el párroco de Santa Eulalia, Manuel Ros, el sistema de anclaje de las campanas presentaba «una situación muy deteriorada y había riesgo y peligro de que se pudieran llegar a caer».

Por ello, se ha restaurado el yugo de cada una de ellas y se ha aprovechado la ocasión para «limpiarlas». Tras permanecer varios días expuestas en la iglesia, Eulalia, Águeda y Pilar volvieron ayer al campanario ante la atenta mirada de quienes presenciaron los trabajos.

La siguiente fase de estos trabajos, que se llevará a cabo «cuando volvamos a reunir dinero», según apuntó el párroco, será arreglar el mecanismo eléctrico para el volteo de las campanas. Asimismo, se está arreglando el exterior de la cúpula de la iglesia, ya que «había peligro de desprendimiento de algunas piedras», comenta el sacerdote, quien afirma que el resto de la iglesia -datada a finales de 1700- está en perfecto estado.