Muchos extranjeros no escogen Murcia como destino para sus vacaciones sólo por el sol, la playa o la oferta cultural. A la hora de planificar su viaje algunas parejas también tienen en cuenta si tienen pensado someterse a un tratamiento de fecundación, lo que ha dado en llamarse como exilio reproductivo, y así aprovechan el viaje para hacerse las pruebas o la técnica en sí. Uno de los motivos por los que España supone un polo de atracción para aquellas personas que tienen problemas para quedarse embarazadas es la avanzada legislación que existe en nuestro país en materia de reproducción asistida.

Esta realidad la confirman varias clínicas, entre ellas el centro Tahe de Murcia, donde han registrado un incremento notable de parejas extranjeras en los últimos años. El director del laboratorio y embriólogo de Tahe, Emilio Gómez, explicó a LA OPINIÓN que actualmente más del 50% de las personas que pasan por sus instalaciones son europeos que vienen expresamente a buscar un hijo, también motivado porque el centro se ha dirigido a este tipo de pacientes dándose a conocer.

A la avanzada legislación española también se unen las restricciones que hay en otros países de nuestro entorno como es el caso de Alemania, Austria e Italia, donde la donación de óvulos está prohibida, o Inglaterra, donde la donación no puede ser anónima y queda registrada.

Entre las nacionalidades más comunes destacan, en primer lugar Alemania, seguida de Austria, Suiza, Italia e Inglaterra, entre otras. Además, en el caso de Tahe Fertilidad, han detectado una evolución creciente, ya que en el año 2009 el número de mujeres extranjeras atendidas fue de 75, llegando a 96 en 2010 y en 2011, hasta junio, tenían contabilizadas 55, por lo que esperan llegar a unas 110 a final de año.

Mayor margen

La mayoría de las clínicas de reproducción asistida trabajan, a través de conciertos, con la Sanidad pública, ya que la Administración les deriva a los pacientes que se tienen que someter a un tratamiento después de pasar la fase previa de verificación. No obstante, en el sistema público existen algunas barreras que hacen que muchas personas opten por la vía privada, en estas mismas clínicas. Uno de los principales motivos suele ser el tiempo de espera, ya que en fecundación in vitro actualmente se sitúa en 9 meses (270 días), mientras que para la inseminación artificial no existe.

Otra de las grandes motivaciones es la edad de la futura madre. Para establecer un tope o filtro, la Sanidad pública contempla que se atienda a las mujeres que precisan ayuda para quedarse embarazadas hasta los 40 años, frente a los centros privados que dan un mayor margen y alargan la edad hasta los 50. En este caso, Emilio Gómez indicó que «en teoría no hay un límite de edad para ser madre, pero había que establecer un tope y, teniendo en cuenta que la calidad de los óvulos va empeorando con el paso de los años, se considera que 50 años es una edad suficientemente alta».

En cuanto a los precios de las técnicas más habituales que se realizan en estos centros, en primer lugar estaría la inseminación artificial, que va de los 800 a los 1.200 euros; seguida de la fecundación in vitro, que ronda los 5.000 euros; y la ovodonación, que está entre los 7.000 y 7.500 euros. Además, hay que tener en cuenta que aunque una mujer se trate a través de la Sanidad pública y sea la Administración la que costee el procedimiento, la medicación corre de su cuenta, fármacos que van de los 1.000 a los 1.500 euros.