Caravaca ya viste sus mejores galas para convertirse en la ciudad medieval de ensueño, que cada año busca rememorar, fiel a la tradición, la aparición de su Lignum Crucis, que se custodia y venera desde hace casi ocho siglos en la Basílica Santuario. La Ciudad Santa del Noroeste murciano es, del 1 al 5 de mayo, escenario de unos festejos únicos en el mundo, declarados de Interés Turístico Internacional. Los Caballos del Vino, tradición enmarcada en las fiestas de la Vera Cruz, son candidatos a ser declarados Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.

Las fiestas de Moros, Cristianos y Caballos del Vino en honor a la Vera Cruz rememoran una tradición que encuentra sus raíces en la Edad Media, cuando la localidad murciana era tierra fronteriza con el Reino Nazarí de Granada. Durante los próximos días, cientos de miles de personas acuden a la ciudad para presenciar un festejo insólito y pasional.

Éste ha sido un año de renovaciones en los cargos que representarán a los tres Bandos que componen la fiesta. En las filas agarenas, las figuras históricas del Sultán Almohade Ceyt Abuceyt y la Reina Aixa estarán encarnadas por Pedro Hidalgo y Julia Moreno, naturales de Bullas. Ambos han puesto de manifiesto «la gran acogida que tuvieron el día de la presentación» y esperan disfrutar cada momento de las próximas fiestas patronales. Junto a los sultanes estarán los Príncipes de Al-Ándalus, representados por Joaquín Dólera y Judith Robles, que ya esperan con ansias poder representar a los moros más menudos en la mañana del 3 de mayo.

En las huestes cristianas, el Rey Fernando III, El Santo, y la Reina Beatriz de Suabia estarán representados por Rubén Bermúdez y Carolain Morales. Los dos tienen claro que el 3 de mayo, con el Baño de la Cruz, es el más emocionante, el que une a caballistas, moros y cristianos con la Cruz que da sentido a las Fiestas.

Por último, las Amazonas del Bando de los Caballos del Vino serán este año María Marín y Andrea López. Ambas están deseando de representar al bando más numeroso de las Fiestas, en la mañana mágica del 2 de mayo, cuando el color y la música llenarán hasta el último rincón del municipio, cuando las sesenta peñas que forman el Bando de los Caballos del Vino muestren el trabajo que celosamente han elaborado durante todo un año.

La carrera más esperada

Otro de los momentos que hacen vibrar a toda una ciudad es la carrera de los Caballos del Vino, con los cuatro caballistas a su vera, vestidos con un blanco impoluto, sin soltar al animal, casi arrastrados por la velocidad que éste llega a alcanzar. En el caso de que alguno de los cuatro caballistas suelte el ramal o caiga al suelo, la carrera es declarada nula, lo que produce un sentimiento de decepción e impotencia entre los componentes de la peña.

Al atardecer del mágico día, el combate entre moros y cristianos tendrá lugar en el Castillo, rememorando tiempos de cruentas batallas en los que ambas religiones estaban enfrentadas.

Los representantes festeros también vivirán otro momento crucial, en la tarde del 3 de mayo, el Parlamento entre el Sultán y el Rey Cristiano en el Templete, mientras la patrona de la ciudad preside el encuentro en lo alto de la cuesta que lleva su nombre. Tras no haber acuerdo, moros y cristianos se enfrentarán en la lucha ante la presencia de la Cruz en lo alto de la cuesta que lleva su nombre. La victoria será para los cristianos, que recibirán a la Vera Cruz para que desde el baldaquino bendiga las aguas de la ciudad.

Durante las mañanas de los días 4 y el 5 de mayo, una campana resonará por todos los rincones de la ciudad. Llega el momento más intimo y emotivo de las fiestas: la Cruz visita, casa a casa, a sus hijos impedidos que más la necesitan.

El día 4, por la noche, será el turno del Gran Desfile de Moros y Cristianos, que atrae la atención de miles de personas, que quedan maravilladas por la belleza de los atuendos. En la tarde del 5 de mayo, la Cruz se despide de su ciudad, que la honra y venera, con la bendición de los campos desde las almenas de la fortaleza. E. S.