Desde el pasado viernes, las plazas y jardines de la ciudad de Murcia asisten a una nueva edición del Tres Culturas, un festival que tiene por objeto la promoción de la tolerancia y el respeto a través del teatro, la danza, la literatura, la historia, el pensamiento, la fotografía, la pintura, el cine, la filosofía y, sobre todo, la música.

«Nuestras sociedades occidentales viven tiempos recios donde las amenazas de la intolerancia religiosa, social o cultural hace daño a la humanidad, incluso con el coste de vidas humanas», destaca el alcalde de la capital regional, José Ballesta, quien propone levantar la voz para reivindicar el arte como eficaz herramienta ante la intolerancia, la falta de paz, la escasez de solidaridad y la ausencia de respeto. Y junto a él, artistas procedentes de 14 países y llegados de los lugares más dispares, como Irán (Rumí Ensemble, el pasado miércoles) o África (Gabacho Maroc, ayer).

Sin embargo, el grueso de la programación de este festival llega con el fin de semana. Ya lo hizo la semana pasada -comenzó el viernes 12- con el concierto de Eduardo Paniagua, pero las actuaciones musicales más destacados del festival tendrán lugar entre hoy y mañana. En este sentido, sobresale la actuación esta noche del saxofonista y flautista Jorge Pardo, uno de los más destacados jazzistas de la escena española, galardonado con el Premio Nacional de las Músicas Actuales 2015 y antiguo colaborador de leyendas del flamenco como Paco de Lucía (formó parte de su sexteto durante dos décadas) o Camarón.

Siempre inquieto y curioso, presenta en el Tres Culturas World Love Supreme, una revisión de la obra de Coltrane desde su espiritual y global visión. Además, en esta ocasión, Pardo ha querido juntar su cuarteto con tres músicos gnawa, descendientes de los esclavos islamizados del Magreb, que cultivan una música hipnótica y terapéutica.

Otra de las citas imperdibles durante la jornada del viernes es el concierto de la orquesta granadina Ochaq Al-Ándalus, una apuesta del futuro recordando el esplendor andalusí allá en la Edad Media, cuando tanto la música como la poesía eran una de las mejores materias primas para el desarrollo de la civilización y el bienestar social en el gran Ándalus.

En el apartado internacional, destacan los británicos Don Kipper, una de las sensaciones de la música londinense propuesta klezmer, que engloba la música de la europa del este, la música romaní, gypsi, la griega y la música popular turca. Reseñable también la actuación del grupo sirio Al-Bashirah, que expondrá mañana en la Plaza de los Apóstoles su repertorio de músicas de su país de origen, Marruecos, Turquía y Egipto, acompañadas por danzas tradicionales de Siria, además del giro derviche sufí de estilo turco y egípcio (tanura).

Por último, la formación greco-hispana Milo ke Mandarini Quartet, que estará en los Molinos del Río a medianoche del sábado, reúne en sus composiciones la diversidad sonora de las tradiciones musicales mediterráneas y las presenta desde una visión muy personal, envuelta por cantares sefardíes.