Es sábado, juega ElPozo y el Palacio te espera. Llegas a la casa de tu equipo y, sobre la pista, aparecen figuras de la talla de Kike Boned, Fran Serrejón, Ricardo, Andrés o Paulo Roberto, un mago con el que disfruta el mundo y que, curiosa y orgullosamente, es de los tuyos. Porque no es costumbre, aquí en Murcia, que una figura top del deporte lleve tu camiseta. Entonces disfrutas la victoria, en la mayoría de los casos, y regresas mientras tarareas la famosa canción de ElPozo. Tantas veces se ha repetido la situación que ayer todos volvimos a ser pequeños. O, al menos, retrocedimos unos cuantos años en el tiempo. Todos fuimos algo más jóvenes.

Puedes entender, entonces, que aunque pasasen años en los que ya no siguieses al equipo -incluso en la actualidad-, ElPozo siempre ha estado ahí. Luchando entre los primeros, regalando encuentros épicos, triunfos increíbles o derrotas dolorosas o incomprensibles. Nos acompañó y formó parte de nuestra niñez, adolescencia o, simplemente, de un periodo de nuestra vida. Pero allí estuvo ese equipo que, desde Murcia, apretó los dientes para sobreponerse a muchas situaciones adversas e hizo claudicar a los más grandes. Hubo sinsabores pero, sobre todo, alegrías. Un grande del mundo del fútbol sala, ese deporte al que jugábamos, que practicamos en el recreo en el colegio y que ahora, que es posible el caso, siguen haciéndolo tus hijos.

Ayer, volvió a ganar ElPozo. Como casi siempre ha hecho. Y como curiosidad y casualidad, el rival fue el Palma. Digo esto porque hace dos años, los de Tomás Fuertes estrenaron su camiseta con el plato de jamón en la final de la Copa del Rey y en la que los de la capital del Segura vencieron en Sevilla al conjunto balear. Y, de nuevo frente a cuadro isleño, la sorpresa no fue el manjar gastronómico del que hace alarde nuestro país, sino el animal del que proviene tal exquisitez pues, con motivo del aniversario, volvió a pisar la pista Cerdinho. La mascota hizo su regreso a lo grande, disfrutando de un triunfo y animando a una grada algo fría -quizás por la temperatura polar que reinaba dentro del Palacio- y se llevó los aplausos de unos dos mil aficionados que instantes antes reconocían a sus mitos. Eso sí, al contrario que el resto de nosotros, apareció en mejor forma y más joven. Ni una arruga, oiga. Ya les vale a los responsables del club.