José Ángel Carrillo vivió ayer en su propia piel esa sensación tan misteriosa que los franceses llaman 'déjà vu'. La única diferencia es que sus anteriores goles el Nueva Condomina los había celebrado bajo las sábanas, acomodada su cabeza sobre la almohada. Tantos que se desvanecían en el espacio nada más sonar el despertador. Pero el sueño que ha ido repitiendo durante años el joven delantero se hizo ayer realidad. No eran sus primeros tantos como jugador del primer equipo, ya se había estrenado frente al Langreo y ante el Tropezón, sin embargo lo de ayer fue diferente. No hablamos de goles que engorden el marcador, sino de dianas que valen puntos, de acciones que dan galones, despejan fantasmas y envían mensajes. Si Isabel Pantoja cantaba 'Yo soy esa', Carrillo, entre beso al escudo y abrazo a sus compañeros, dejaba claro a Aira que él es el '9' del Real Murcia. Solo necesita confianza y minutos.

La definición tampoco fue cualquier cosa. Se vio claramente en el primer tanto, el que en un minuto tranquilizaba todos los nervios surgidos una jugada atrás con el gol que ponía por delante en el marcador al Sporting B. El canterano, como Arguiñano y su 'yo me lo guiso, yo me lo como', robó la cartera a Viesca por empeño y cabezonería, y se marchó al área. Poco a poco se fue escorando, perdió la posición, y muchos veían más el centro buscando a un compañero que el disparo. Pero Carrillo, posiblemente creyendo que estaban en uno de sus sueños, pensó otro plan. No solo eso. Lo ejecutó. Sin colocación, sin ángulo, disparo con tanta potencia e idea, que el balón se coló por toda la escuadra de Dennis.

Fue como esos besos que convierten la cita más aburrida en la más emocionante. Porque salvo ese latigazo y posteriormente un segundo tanto en el que el murciano volvió a lucirse en el remate, el partido fue más bien para olvidar.

En una de las peores primeras partes que se le recuerden al Real Murcia en Nueva Condomina, los granas no habían sido capaces de tomar el mando ante un Sporting con las líneas muy adelantadas y muy insistente en la presión, lo que impedía que los de Aira pudieran iniciar las jugadas. Eso se unió a las constantes pérdidas de balón y a la incapacidad murcianista para dar tres pases seguidos, a lo que contribuía un Garmendia que más que ayudar, incordia. Ni en una sola jugada se vio cómodo al centrocampista vasco, desacertado tanto en el juego combinativo (él prefiere jugar por el aire que a ras de césped) como en ataque. Esto último se vio en el minuto 9. Javi Flores, ayer de nuevo peleado con el gol, desniveló él solo a toda la defensa asturiana. Su jugada acabó en las botas de Garmendia, sin compañía al borde del área, pero su disparo se estrelló en un defensa.

La aportación ofensiva del Sporting B también había sido nula. Fernando solo la había tocado en un saque de esquina en el minuto 7. Pero una pérdida de balón del centro del campo murcianista, que ayer pareció durante muchos minutos un flan, permitió a Benito lanzar un contragolpe por la banda derecha. Se marchó por velocidad y se la jugó con un fuerte disparo que fue despejado por Fernando, con la mala suerte de que el esférico cayó en las piernas de Jaime, que no falló.

No hubo tiempo de medir el efecto del mazazo rojiblanco en la mente de los futbolistas del Real Murcia, porque, como sucediera hace quince días ante el Somozas, dos minutos después, Carrillo, dando validez al 'principio de acción y reacción' de Newton, igualaba la contienda con un gol tan importante cuantitativamente como emocionalmente.

El empate devolvía la tranquilidad a la grada. Una segunda derrota después de la goleada encajada frente al Oviedo hubiese dejado muy tocado a un equipo que haga lo que haga a lo largo de la temporada nunca podrá alejarse de las dudas. Pero la imagen de los granas sobre el terreno de juego seguía dejando mucho que desear. Las jornadas pasan y el Murcia vistoso que Aira promete sigue sin aparecer. Un disparo de Armando que se marchó fuera y una gran apertura del murciano que desperdició Garmendia fueron las acciones más destacadas de los locales para cerrar la primera parte.

El paso por vestuarios sentó bien al Real Murcia. Los jugadores seguían siendo los mismos, pero las sensaciones eran diferentes. Los granas se mostraban más sólidos y regulares, lo que permitió que los acercamientos al área fueran llegando con más asiduidad. Uno de los jugadores más activos fue Javi Flores, que incluso rozó el gol en una jugada ensayada que sacó Armando. El murciano también destacó en algunas facetas, aunque sigue mostrándose demasiado tímido en la construcción. Una imagen muy distinta ofrece cuando se aproxima a las inmediaciones del área. Ahí no se esconde. Ayer, sin suerte, probó en varias ocasiones a Dennis.

La mejoría del Real Murcia tuvo su recompensa en el minuto 53. Fue una jugada de lo más murciana, una conexión nacida en el Imperial. Álvaro Marín, novedad en el lateral, abandonaba su terreno para darse un paseo por las 'nubes'. Allí vio a Carrillo y puso un centro perfecto, para que el delantero imprimiese la velocidad y la fuerza necesaria para batir al meta visitante y firmar su primer doblete con el primer equipo.

Lo corto del marcador impedía al Murcia relajarse. Como siempre, el sufrimiento no se esfumó hasta que el colegiado señalaba el final del encuentro. Porque las oportunidades de sentenciar, que las hubo, se fueron desperdiciando una a una. Garmendia siguió haciendo de las suyas en la segunda parte, errando hasta tres ocasiones, mientras que Gerard Oliva, posiblemente presionado por el buen partido de Carrillo, volvió a demostrar que está lejos de ser el '9' que necesita el Real Murcia.