Danza crítica

Festival MuDanzas: la Plaza del Ayuntamiento como protagonista

La banda, con coreografía de Asun Noales, fue de los espectáculos más cañeros.

La banda, con coreografía de Asun Noales, fue de los espectáculos más cañeros. / Pablo Sánchez del Valle

Tania Herrero

Si algo excepcional tienen los festivales de calle, es que el mobiliario urbano se transforma en el escenario de esas obras representadas en él, y eso es lo que ha ocurrido en la plaza del Ayuntamiento de Cartagena durante la quinta sesión del Festival MuDanzas.

O salón dos pasos perdidos, creada por Esther Latorre, Fran Martínez, Hugo Pereira y Paula Quintas e interpretada por Raquel Ferradás, Fran Martínez, Daniel Rodríguez y Paula Quintas, es una pieza donde el reencuentro de cuatro personas es el motor del movimiento. Con un cruce de movimientos que recuerdan a culturas diferentes, estos cuatro caminantes descubren en el espejo del movimiento de los otros transeúntes su verdadero ser, transformando su propio movimiento en un movimiento conjunto y unísono que sigue manteniendo la identidad de cada uno de ellos, pero que potencia la identidad común. Una pieza singular muy bien elegida para comenzar la sesión dancística del festival.

La segunda pieza presentada, La medida que nos ha de dividir, es un dúo delicado, pero asombrosamente fuerte, con una cualidad de movimiento hipnótica y una ejecución impecable en donde los 17 minutos de duración han parecido menos de cinco, y donde el público ha quedado enamorado de todo aquello que hacían y mostraban. Un dúo creado e interpretado por Lucía Burguete y Diego Pazó, para volver a ver sin cansarte, con un bonito principio y un poético final, una delicada pero fuerte puesta en escena, donde cada movimiento, cada respiración, estaba en el lugar apropiado para acercarse a una pieza perfectamente ensamblada.

Con La banda, coreografiada por Asun Noales, se ha cambiado de tercio, un espectáculo divertido y cañero donde la danza, el circo y la teatralidad se conectan y transportan al espectador a un universo espontáneo, divertido y creativo en el que ocurren cosas asombrosas y alegres que te hacen sonreír gran parte de la obra.

Una pieza donde Jorge Castro, Anna Sagrera, Marta Santacatalina, Carla Sisteré, Aarón Vázquez y Dahiana Betancourt se convierten en una familia a la que le pasan cosas surrealistas pero muy bien hiladas, que interpretan de forma magistral, no solo físicamente, sino también teatralmente. No se pierdan este espectáculo si tienen ocasión de verlo.

Con este cierre tan energético, se afrontó el Concurso Coreográfico que copó la programación de la tarde. Tras una selección previa, las cuatro obras escogidas fueron: Recuerdos de Margaritas, Un dúo, Boira y Sobre volar.

Recuerdos de Margaritas es una coreografía fresca, dinámica, divertida, donde la fusión de diversos estilos junto al humor de los protagonistas podría ser la puesta en escena del libro de Anna Llenas Te quiero (casi siempre). Mariana Collado y Lucio A. Baglivo, creadores e intérpretes de la obra, mostraron una magnífica sincronía musical, así como gran creatividad en el montaje de la pieza.

La banda, con coreografía de Asun Noales, fue de los espectáculos más cañeros. | PABLO SÁNCHEZ DEL VALLE

Una escena de Un dúo. / Pablo Sánchez del Valle

En Un dúo, Laura Morales Dávila y Álvaro Copado, creadores e intérpretes, coleccionan momentos de danza un tanto irreverentes bajo un concepto de que un dúo es un conjunto de dos personas, y en danza, normalmente lo que hacen es bailar en sintonía o no. Una obra que mezcla momentos de humor en los que se meten al público en el bolsillo, aludiendo al imaginario de parte de los presentes con la icónica coreografía de Dirty Dancing o con música actual que la gran mayoría bailaría en una fiesta. Si a eso le añadimos que terminan el dúo confirmando que acabamos de ver el mejor baile del mundo, puede ser que eso les haya servido para alzarse con el premio del Certamen.

La tercera pieza presentada, Boira, dirigida, coreografiada e interpretada por Miguel Ángel Campuzano y Miguel Tornero, es una obra de 16 minutos en donde dos cuerpos se encuentran y se repelen en una multiplicidad de tensiones contenidas, espirales, peso, energía, la complicidad de dar y recibir con la incertidumbre de no terminar de ver al otro. Una pieza con una sensibilidad respirada, quizás difícil de entender después de la energía que fluctuaba en el ambiente después de la obra representada con anterioridad.

Y para finalizar, Eva Alonso interpretó Sobre volar. Bajo la idea de la libertad bailó su propia coreografía enfocando el movimiento en todo aquello que para ella evocaba esa sensación de apertura y cambio en la liberación de encontrarte con tu verdadero yo en el movimiento.

Una magnífica propuesta el Concurso Coreográfico para piezas de calle, ya que construir obras de danza para este medio necesita de una idiosincrasia específica a las representadas en escena, y sin duda alguna, la segunda edición será un más difícil todavía, porque se presentarán muchísimos más artistas de los que lo han hecho en esta edición.

Ojalá tenga una larga duración este concurso, puesto que fue un magnífico cierre para la jornada tan intensa que se vivió.