El nombre de la directora de la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia, Virginia Martínez, de Molina de Segura, estaría dentro de la lista que baraja el Palau de la Música de Valencia para dirigir su orquesta a partir del próximo mes de julio, cuando el actual director, Yaron Traub, deje el puesto. Martínez (1979) será una de las directoras invitadas en la programación de 2017-2018, donde está previsto que visiten el auditorio los directores de orquesta que se postulan para obtener el puesto de titular. Según aseguran desde el Palau, el objetivo es ver cómo la Orquesta 'respira' con cada uno de los directores con los que trabajen durante la temporada, para tomar una decisión acertada. La murciana, directora titular de la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia (OSRM), es -de momento- la única mujer de la «lista» que baraja el Palau, entre los que se encuentran los valencianos Ramón Tébar o Gustavo Gimeno.

«Estoy muy ilusionada por volver al auditorio. Desde que dirigí por primera vez a la OV tuvimos un flechazo muy especial. Es una orquesta con muchas posibilidades», asegura Martínez, que renovó como titular de la OSRM en 2015. Pese a mostrarse ilusionada y feliz por volver a la capital levantina, la molinense asegura desconocer si su nombre se bajara para ser la futura directora de la orquesta valenciana.

Un mundo de hombres

Cuando alguien habla sobre empoderamiento o reivindicación de los derechos laborales femeninos, uno de los primeros conceptos que llegan a la mente es el de conocido «techo de cristal». Pero cuando se habla de ello dentro del contexto de la música clásica, la denominación cambia para añadir la palabra «hormigón». La azerbaiyana Veronica Dudarova fue la primera mujer en dirigir una orquesta sinfónica en 1947, y desde entonces el futuro de las profesionales del gremio ha mejorado, pero a ritmo de placa tectónica. Aunque lejos de ser una especie en extinción, las directoras de orquesta representan actualmente el 1% del grueso de conductores orquestales a escala mundial, el mismo porcentaje que en España. «La profesión ha sido masculina por tradición. Cada vez hay más mujeres que se suben al podium, pero todavía se percibe como algo extraño», reconoce Virginia Martínez, que ha dirigido buena parte de las orquestas de la geografía nacional. «A pesar de que indudablemente somos pocas, nunca he percibido el rechazo por parte del mundo de la música clásica. Conozco a mujeres que pueden contar muchas anécdotas desagradables al respecto, pero la mayoría de ellas han surgido en países con una larga tradición en el mundo de la música clásica, como es el caso de Austria», asegura la directora, que estudió su especialidad en el Conservatorio de Viena. De hecho, la orquesta filarmónica de la capital austriaca, considerada una de las mejores del mundo, no aceptó a mujeres entre sus filas hasta 1997.

«A pesar de todo lo que sé de mi condición como directora, en mi caso he soportado más el estigma de ser joven, que el de ser mujer», admite. La directora visitó por primera vez el Palau en 2005, y volvió el pasado mes de septiembre para conducir el último concierto del ciclo gratuito L'estiu al Palau.

En los últimos años, por el podio del Palau de la Música han pasado cuatro mujeres -tanto nacionales como internacionales-, entre las que se encuentra la propia Virginia Martínez; Beatriz Fernández, subdirectora de la Banda Municipal de Barcelona; la francesa Nathalie Stutzmann, líder de la orquesta de cámara Orfeo 55; eInma Shara, una de las conductoras españolas más populares, y la primera fémina que sostuvo la batuta en el Palau.

El impacto de Karajan

Lo cierto es que a pesar de la exitosa trayectoria de estas directoras, ninguna de ellas forma parte de la selecta lista de los directores de orquesta más prestigiosos del mundo, entre los que se encuentra Daniel Barenboin o los fallecidos Claudio Abbado o Lorin Maatzel. Algunos directores de orquesta de todo el mundo señalan a Herbert von Karajan como el conductor que dio la vuelta a la profesión, con un estilo mucho más expresivo y pintoresco (solía dirigir con los ojos cerrados) y una mirada que iba más allá de las reglas de género. De hecho, fue él, a sus 74 años, quien ofreció un contrato de prueba a la joven clarinetista Sabine Meyer para la Orquesta Filarmónica de Berlín. Este gesto provocó un cisma entre el director y los músicos, que se negaban a aceptar a una mujer en sus filas. El hecho se produjo en plena década de los 80.