Como a veces «surgen y se unen cosas sin esperarlas», Pedro Cano inauguró ayer en Murcia dos exposiciones en las galerías Chys y La Aurora, después de más de treinta años sin mostrar obra original en salas privadas de la Región. Dice el pintor de Blanca que el espectador podrá ver «las dos caras de la moneda que ha sido mi vida». Porque en la galería Chys expone Del huerto, «que muestra mi esencia al ser de pueblo, de ir al huerto de una forma muy primitiva», mientras que en La Aurora exhibe Del viaje, donde plasma «esa pasión por moverme, por conocer y saber más cosas». Y ambas están unidas por las manos de este pintor, por su formato en papel y por su técnica, la acuarela.

Rememora el autor blanqueño sus continuas visitas a su campo, donde coge limones, lirios y jazmines que retrata en su estudio. Algunas son obras más antiguas, porque deja siempre en Blanca «trazos míos y, aunque esté con proyectos más ambiciosos, siempre que regreso a Blanca vuelvo al campo para pintar sus frutos».

Son «cosas sencillas que nacen en su huerto, en el nuestro cotidiano de la tierra que pisamos, con la nobleza de sus huellas y las nuestras a la par». Así lo describe el pintor Juan Bautista Sanz en el catálogo que se ha hecho para ambas exposiciones. Fue Bautista Sanz quien expuso en la galería Zero la obra de Pedro Cano por primera vez en Murcia, a principios de los años setenta, y ahora escribe sobre un pintor «lleno de capacidades e inversosímiles armonías, nunca atenuadas por la fiebre acusadora del exceso, sí acaso de belleza, que se eleva en él a cada pincelada».

En la galería La Aurora el espectador viajará por ese Mediterráneo que ha cautivado siempre a Pedro Cano, porque, asegura, esté en la ciudad que esté siempre se siente en casa y le fascina cómo puede conjugar «esa gran diversidad y a la vez esa enorme hermandad». Acuarelas de Libia, Marruecos, Sicilia, Siria, Yemen.... «Muchas de las ciudades son hoy difíciles de visitar y yo de algún modo las doy a conocer, las acerco al espectador», dice el pintor, convencido de la capacidad del artista de «robarle el alma a las cosas».

«Mi pintura sigue relacionada con la figuración -explica-, porque los cuadros son un trámite entre las cosas y la gente que los ve» y asegura que «es cuando el espectador se acerca a ella cuando la obra tiene sentido». Recuerda exposiciones en Matera, en Roma y en otras muchas de esas ciudades del Mediterráneo, donde su obra cobraba sentido al compartirla: «Es tan bonito cuando tu cuadro es de la gente, de todo el mundo».

El periodista murciano Paco Nadal (El País) ha sido el autor del texto que acompaña a la exposición Del viaje y asegura que «Pedro es un viajero a la vieja usanza, sin prisas, como debe ser el viajero. El lienzo blanco en el caballete es enemigo de las urgencias que marca la nueva sociedad 2.0». Una afirmación con la que está de acuerdo Cano, quien no puede evitar volver a evocar el Mediterráneo.

«Nosotros hemos sido siempre de conversar, de oír las olas, de pasar horas en los cafés... Y eso no era perder el tiempo, era parte de nuestra esencia», recuerda el pintor, quien reivindica también la importancia «de volver a trabajar con las manos y con la cabeza», como hace él con sus apuntes del natural. «En algunas ciudades italianas están llevando a cabo iniciativas para volver a la escritura a mano, porque está comprobado que es bueno para el cerebro; no es igual que darle a una tecla del ordenador».

Al igual que con las acuarelas de la exposición de Chys, Pedro Cano ha recuperado para La Aurora algunas más antiguas, una experiencia que le lleva, cada vez que abre una carpeta o sus agendas, a repasar su trayectoria, sus experiencias, sus viajes. «Te das cuenta de lo viejo que te has hecho -bromea-, del camino que has recorrido y de que no has perdido el tiempo; y reconoces el privilegio de haberte podido dedicar a lo que te gusta, cuando hay otros que no tienen esa suerte».

«Cartagena es un milagro»

Además de las dos exposiciones en Murcia, el Museo del Teatro Romano de Cartagena acoge Peces hasta el próximo 17 de enero. Para el autor, la ciudad portuaria vive «un momento dulce, es una especie de milagro que se ha desarrollado gracias a un impulso creativo». Y agradece Pedro Cano que le acojan ahora, como lo hicieron con la exposición IX Mediterráneos, que, tras su inauguración en Cartagena, viajó a Salónica, Nápoles y otras ciudades italianas. «Aún tienen que verla en Alejandría o Estambul, pero hay que estar muy encima, y ahí sí noto que ha pasado el tiempo, el hecho de combatir con tantas cosas antes de poder exponer», confiesa el pintor de Blanca, quien no habla sólo en su nombre. «Hay que ayudar a los artistas; hay gente que en la Región de Murcia produce cosas muy interesantes y se les debería echar una mano, deberían tener un buen altavoz que diera a conocer su trabajo», reivindica.

Manos que no le faltaron a él cuando recibió el apoyo de su familia -de sus hermanos, de su madre, siempre presente en la conversación- para comenzar una carrera en Madrid que le llevaría a recorrer el mundo. O las que encontró cuando, estando en Roma, una galería privada de Murcia le abrió las puertas. Por eso ayer agradecía la labor de estas salas de arte, que exhiben la obra de los artistas. «Cumplen una gran función», concluye Pedro Cano, a quien Bautista Sanz, aquel galerista que le abrió las puertas de Zero, define así: «Tan sereno y lúcido siempre; tan cercano y preciosista; tan milagroso por inverosímil».