­¿Nota las diferencias entre el teatro y el cine?

No, la esencia es la misma. El que vale, vale y el que no, se va a su casa. Estoy muy contento, me gusta eso de tener que entrar por una puerta llorando y salir por otra riendo. Interpreto el papel de un chaval espontáneo, como yo, que no copia a nadie. He visto la película pero no he tomado muchas referencias.

¿Qué queda del niño que era cuando hizo su primer filme?

Nunca he cambiado, sólo he madurado como actor. Tengo muchas tablas y eso se refleja en mi trayectoria. Ahora quiero empezar mi carrera como director. Llevo desde los ocho años actuando y tengo mi propio punto de vista. Me siento capaz de sacar adelante cualquier proyecto. Sé el tipo de plano que necesito para cada localización.

¿Por qué dejó la interpretación durante una época?

Tuve una racha en la que me rayé y me puse a currar de marmolista por 600 euros. No ganaba mucho dinero y, sobre todo, no era feliz. Pero si tuviera que buscarme la vida, trabajaría de lo que hiciera falta. Hubo un momento en el que el cine se me hizo grande, se me juntaron muchas promociones. Y en el poco tiempo que tenía no podía disfrutar del dinero que había ganado. La gente es muy pesada.

¿Por qué?

Porque soy un tipo de barrio, humilde, al que le gusta ir en el metro. Y no me dejaban serlo. No quiero vivir encerrado en una pompa. Cuando la situación bajó, volví al cine. Ahora espero pasar desapercibido en el teatro. Lo que tengo claro es que no valgo para otra cosa que no sea actuar y hacer películas.

¿La paternidad le cambió?

Sí, claro. Antes era un poco alocado, como todos los chavales. Era de estar en la discoteca hasta las seis de la mañana y luego disimular la borrachera. Al ser padre, asenté la cabeza. Me he vuelto más tranquilo, ya no soy tan nervioso. Sigo invitando a mis amigos a lo que haga falta, aunque con más control. Crecí en un barrio con droga y yonquis pero nunca me he metido cosas raras. He gastado mucho dinero y ahora pienso más en mí, que cada chándal de mi hijo me cuesta 50 euros.

¿Qué le parecen las declaraciones del ministro Montoro en las que critica la calidad del cine que se hace en España?

No me meto en esas cosas. Las conozco por la tele, porque quiero saber cómo está la economía, la política, la corrupción... Pero no me van a cazar en una declaración, no me interesa. Me gusta la vida de campo y lo que me preocupa es que los tomates me crezcan bien. Ahora es la época de las setas y me dedico a ellas y a los espárragos, y también a pescar cangrejos.

¿Y la política?

No me interesa, así que no me meto. Sólo quiero un país independiente, libre. No voto, no me repercute. Vivo en el campo, con mi huerto y mis animales.

La mayoría de actores coinciden en señalar que la situación del cine español da miedo, ¿piensa lo mismo?

El cine español está muy mal y cuando me surge un proyecto doy las gracias. Hay actores tan conocidos como yo que me llaman para pedirme trabajo. Nos tenemos que buscar la vida porque nos salen oportunidades puntuales, como mucho una serie que dura dos años.