Gan aficionado taurino, experto jugador de dominó, cliente especial de El portalón y Gran bar. Este Sanjuanista californio preparaba unas paellas de magra de cerdo con pimientos de bola «¡nene!, los más sabrosos» y unos dry martini que encandilaban al personal.

Eterno apasionado de su madre Luisa, admiraba con profundidad a su padre Martín, de quien con tanta rigurosidad aprendió el bonito oficio de procurar.

Medalla de San Raimundo de Peñafort en mano, dirigió su Ilustre Colegio de Procuradores en Cartagena durante los últimos años.

Así era mi padre, Antonio Luis Cárceles Nieto. Un político de raza al que no supieron valorar. Un servidor público tan honrado y eficaz que poco les tenía que aportar. Mi padre era tan bueno que no convenía. Y así se hizo constar.

Ágil y elocuente, valiente y decidido, no le importaba nunca decir lo que pensaba.

Culto e inteligente, no había arte que se le opusiese. La guitarra, su amante. La cocina, su secreto. La retórica, su rutina. La medicina... ¡pocos médicos sabían más que él! O eso hacía siempre parecer.

Difícil se hace hablar de un padre, y más si es en pasado. Pero qué grande era mi padre.

No es que no tuviera defectos, sino todos los del mundo. Pero, no había persona a la que no conquistara. Mi padre se hacía querer y difícil era no quererlo.

Como un día un amigo suyo me dijo, no era consciente de que estaba enfermo. Y aquella fue siempre su peor enfermedad. Pero así vivió toda su vida. Siempre como quiso. Tal y como quiso.

Y a su paso, sólo gloria: reputación, fama y honor. Los políticos murcianos le deben mucho, aunque el olvido es una vía rápida a la que muchos prefieren incorporarse.

El Colegio de Procuradores de Cartagena jamás estuvo tan a la vanguardia con sus fiestas patronales, su propio capellán, el sistema Lexnet y miles de asuntos más.

Estas palabras son para recordar al hombre que me dio la vida y me quiso a rabiar.

Mi padre, vuestro amigo, fue un hombre muy querido. Y así constó el día de su entierro.

Estas palabras también son para agradecer la multitudinaria reacción que su repentina y triste muerte causó. Son para elogiar el cariño y el afecto con el que a mi padre se le despidió.

Y en términos de amistad, un nombre debo resaltar, pues Paco Sastre fue siempre un amigo muy leal. Paco, si el día tiene 24 horas, cuando mi padre lo necesitaba, tú tenías 25. Gracias de todo corazón. Te queremos toda la familia.

Tampoco puedo olvidar al mejor internista –en palabras del propio Marañón– y además amigo, Pepe Albaladejo. Pues, qué difícil era tratar a mi padre, y qué bien lo hacías tú siempre. Gracias, Pepe.

Y así a mil más. Juan Desmonts, Quique Celdrán... Un millón de amigos podría nombrar. Un periódico entero necesitaría para acabar. Gracias a todos de verdad.

También debo nombrar a Eva Escudero, su Evica. Pues contigo disfrutaba como cuando a nosotros nos educaba. No olvides nunca Eva quien fue tu maestro, pues estoy seguro que por el sendero del triunfo siempre te guiará.

Mención especial requiere Don Guillermo Pimentel, quien a sus 95 años, recorrió 800 kilómetros para despedir al hombre que tanto amó como hirió a su hija. Abuelo, de todo corazón, ¡Gracias!

A mi madre, por dar una lección a todas las parejas divorciadas. A mi tía Ana, por ser única en recrear el ambiente familiar que con la pérdida de la abuela a punto estuvimos de olvidar. A mi primo Carlos, por tomar las riendas de esa forma tan servicial.

Y a todas aquellas personas que, siéndoles difícil estar, allí estuvieron. Gracias a todos los que asistieron. Gracias a todos los que se acordaron de él y le rezan. En nombre de Loreto, Antonio y Gonzalo. Gracias.

Quedan todos invitados a la misa funeral en recuerdo a mi padre que esta misma tarde a las ocho y media se celebrará en la iglesia de Santa María de Gracia de Cartagena. Reciban con afecto y agradecimiento, un saludo muy cordial del orgulloso sucesor del gran Antonio Cárceles. Su

hijo. Antonio Cárceles.

La misa en memoria de Antonio Cárceles Nieto se celebrará esta tarde a las ocho y media en la iglesia de Santa María de Gracia de Cartagena