Tocó en San Javier en 2004 y ahora repite experiencia. ¿Qué recuerdos tiene del concierto?

Creo que estábamos en tour con B. B. King, iba con nosotros un guitarrista español. Y eso es todo lo que tengo en mis bancos de memoria por el momento. Cuando lleguemos allí probablemente recuerde más.

¿En qué ha cambiado Dr. John en estos últimos seis años?

Desde el huracán Katrina y el desastre ecológico de BP he experimentado una extraña evolución espiritual, en el sentido de querer ayudar a mi hogar, Nueva Orleans y el sur de Louisiana, de cualquier forma posible.

¿Es posible alcanzar una intimidad con el público o conseguir el espíritu de un club nocturno en un escenario abierto?

Siempre intentamos tocar música para que la gente se sienta cercana y tenga ganas de bailar. No importa si es fuera o dentro, lo importante es que nos comuniquemos de forma que el público quiera menear el trasero.

¿Cómo se siente siendo una leyenda del blues?

Los mitos son para los que están muertos. Yo me siento vivo y respirando, porque el espíritu de la música me empuja a salir a la carretera. Y sin España, no tendríamos la música que surgió en Nueva Orleans gracias a su cercanía con Cuba y Santo Domingo.

¿Qué lección importante hay que recordar antes de subirse a un escenario?

La lección principal es que hay que dejar que la música salga del alma, no del cerebro. Hay que dejar que la música se dirija al corazón de la gente, y que vuelva para elevar el espíritu de la banda.

Últimamente ha compartido escenario con la cantante canadiense Nikki Yanofsky, jovencísma promesa del jazz.

¿Le gustaría volver a tener 16 años?

No. En diciembre cumplí 20, que son los años que llevo limpio de drogas, y me siento como un veinteañero. Con eso me basta.

¿Cómo es B. B. King?

B. B. es un viejo amigo mío. He escrito canciones para él, hemos tocado juntos en multitud de sesiones, y me lo he pasado muy bien con él todos estos años. Es un hijo de perra muy gracioso, espero que se mejore pronto.

Nació y se crió en Nueva Orleans, donde confluyen varios estilos musicales. ¿Qué se aprende en sus calles?

El funk, el jazz, las músicas propias del Mardi Gras como las bandas callejeras de viento o los funerales, todo se ha mezclado para unir a Nueva Orleans en unos ritmos básicos que son parte de la calle. Los ritmos de Nueva Orleans están ligados hasta cierto punto con los del Caribe, África y España, pero al mezclarlos con la música tribal de los nativos americanos, con el vudú y el catolicismo, ha surgido de ello algo completamente distinto.

Se hizo famoso con un disco en el que tocaba ritmos vudú. ¿Ha embrujado a alguien?

Mis primeros álbumes tenían mucha música vudú porque intentaba salvar esta cultura tan arraigada en Nueva Orleans. No usé letras sagradas, me pidieron que las cambiase, pero aún así hubo gente que se molestó. El espíritu del hechizo sólo puede surgir si el público está en una ceremonia, no en un concierto.

¿Cómo se sintió después de la catástrofe del huracán Katrina?

Estaba muy cabreado con todas las mentiras del Gobierno, que prometió repararlo todo y luego no hizo nada. No me gusta lo que está pasando; tampoco ahora, cuando vemos sangrar a la madre tierra con el desastre petrolífero.

¿Cree que los artistas deberían implicarse más causas de tipo social?

Deberían decir verdades en su música siempre que puedan. No necesitamos más mentiras.

¿El ser humano es egoísta?

Hay personas que son avariciosas, egoístas, que no se preocupan por qué o a quién pueden herir. Algunos provocan desastres, otros miran mientras los desastres ocurren y a otros no les importa una mierda lo que pase. Pero también hay gente decente que sí se preocupa.

¿Para qué sirve la música?

Sólo hay dos tipos de música, buena y mala. Y sólo hay dos tipos de sentimiento que provoca la música: sentirse bien o sentirse mal. Sentir la buena música es un éxito espiritual.