Es veterinario y diplomado en Salud Pública y en Microbiología e Higiene Alimentaria por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Académico correspondiente en la Academia de Veterinaria de Murcia, ha trabajado más de 20 años en Seguridad Alimentaria en España. Entre otras cosas, ha sido director general de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN). Hasta hace poco fue director general del Foro Interalimentario, una asociación sin ánimo de lucro, cuyo objetivo es la mejora de la formación y la información alimentaria de los consumidores y de la sociedad. Hoy participa en Murcia en una mesa redonda sobre Seguridad Alimentaria.

¿A qué riesgos alimentarios nos enfrentamos?

Es un tema muy complicado y creo que ante todo hay que ver si vamos a ser capaces de poner en marcha una metodología que nos permita anticipar estos riesgos. Hoy el sistema de control de la seguridad alimentaria es muy bueno, pero sin duda nos acechan peligros que no han dado la cara aún. Y es para prevenir esos peligros para lo que necesitamos una metodología de trabajo. Debemos estar alerta e identificar las señales que se producen.

¿Cómo puede hacerse?

Desde el año 2002 en la Unión Europea hay un organismo que vela por la seguridad alimentaria y cuya misión es tratar de leer el futuro de fuentes informativas procedentes, por ejemplo, de patentes, congresos... Hay que sistematizar las búsquedas, filtrar y clasificar las señales para ver si lo que nos mosquea es un peligro emergente o no.

¿De qué señales hablamos?

Por ejemplo, el cambio climático puede provocar una mayor presencia de aflatoxinas (muy tóxicas y cancerígenas) en cosechas de café o maíz u otros cereales. Otro tema a tener en cuenta es que cada vez vivimos más años y, por tanto, podemos padecer más enfermedades vinculadas a la acumulación de elementos contaminantes en la alimentación que antes no se sufrían porque no éramos tan longevos. Otra señal es que en un planeta cada vez más global se producen flujos de mercancías de productos más o menos conocidos, procedentes de los grandes movimientos migratorios. Porque un ciudadano que vive en un país que no es el suyo quiere comer lo mismo que en su casa.

¿Se ha producido algún fallo al no haber sabido leer estas señales?

Un caso claro fue el de hace tres años, cuando se detectó la presencia no declarada de carne de caballo en preparados cárnicos supuestamente de vacuno. Y no supimos leer la señal: se había incrementado el sacrificio de caballos de silla. ¿Dónde iba esa carne? Por tanto, hay que tener muy abiertos los ojos y mirar sin prejuicios. No centrarnos sólo en coger muestras y hacer análisis de laboratorio.

Europa y EE UU están negociando el Tratado de Libre Comercio (TTIP). Una de las advertencias de sus detractores es que peligran los estándares de calidad y seguridad alimentaria europeos.

No comparto ese argumento. Los problemas del tratado vendrán por otros campos, como que se pierdan espacios comerciales, pero no por el de la seguridad alimentaria. Podemos criticar más o menos sus hábitos alimenticios, pero Estados Unidos tiene unos estándares de seguridad que distan mucho de ser malos.