Aunque el reloj marca las tres de la tarde y es sábado, los accesos de la Facultad de Economía, en Espinardo, lucen repletos por centenares de familias. Hacia las puertas se acercan padres, hermanos y parejas, arropando a sus protagonistas, sus hijos. «Suerte» es la palabra más oída, mientras se funden en los últimos abrazos antes de la despedida. El gran día ha llegado para ellos.

Han superado muchos exámenes a lo largo de su carrera en la universidad, pero ninguno como este: es el definitivo. Es el MIR para quienes cursaron Medicina, el EIR para los egresados de Enfermería; es decir, son las pruebas para obtener una de las 7.502 plazas que convocó este año el ministerio de Sanidad para la Formación Sanitaria Especializada.

El nerviosismo se respira en el ambiente previo, pero algunos se muestran tranquilos, como Yone del Campo, que espera relajada para entrar al aula. «He trabajado mucho, pero me he planteado que si sale mal, es sólamente un año; no es un drama». Otros, como Marta y Jaime, confiesan que tienen «miedo» a que la prueba «sea más difícil que otros años». Jesús Poveda, en cambio, asegura que los nervios se deben a «la posibilidad de salir del examen con la sensación de que todo el trabajo no ha quedado reflejado».

El silencio es ahora sepulcral en los pasillos del aulario, sólo interrumpido por los vigilantes, que nombran a los aspirantes para que entren al aula. Quienes toman asiento son 675 médicos, 83 farmacéuticos, 29 químicos, 52 biólogos, 240 psicólogos, ocho radiofísicos y 1.375 enfermeros, como así certifican sus títulos universitarios, pero les falta todavía un último paso: la especialidad. En total, suman 2.462 murcianos de entre los 34.253 llamados ayer a la convocatoria en veintiún ciudades españolas.

Les aguardan cinco horas y 235 preguntas de tipo test por delante para resolver. O mejor dicho: les espera la prueba que fijará su futuro inmediato. El resultado marcará sus vidas, al menos a corto plazo: en juego está un puesto de trabajo. Más aun: luchan por un sueño. «Lograr una plaza no nos obsesiona: lo que nos preocupa es obtener un trabajo que nos guste», resume Jesús.

Por eso han echado muchas horas de estudio desde los exámenes finales de junio, incluso antes, empleando entre ocho y nueve horas al día, con sólo los domingos como respiro. Aunque para todos no es la primera vez, como revela Verónica Martínez (31 años), que ya hizo prácticas como residente de Medicina Interna, pero no cesa en su vocación por trabajar en Hematología.

Por Enfermería se presentan las hermanas Charo y Juana Fernández. «Somos mucha gente y son pocas plazas», se lamenta Charo, que lo intentó el año pasado. «Una pizca de suerte es lo que necesitamos».

A partir del 15 de febrero se difundirán las planillas con las respuestas correctas, pero la ansiada noticia llegará el 30 de marzo, cuando se publiquen las listas definitivas, con destino de trabajo y especialidad. Hasta entonces, algunos tienen claro qué harán, como Borja: «Esta noche pienso celebrarlo a lo grande».