Desde un hombre que buscaba a un abogado porque decía que el cura le echaba ‘mal de ojo’, hasta aquella mujer que pedía ayuda y decía que tenía ‘alergia a madrugar’, pasando por otra joven que decía ser la hija del Rey de Jordania y exigía no tener que guardar cola para ser atendida. Estas son sólo una de las pocas situaciones curiosas que se ven a diario en el mostrador del Servicio de Orientación Jurídica del Colegio de Abogados de Murcia y que una de sus empleadas, Mercedes Cárceles Hernández, ha recopilado en un breve, pero simpático anecdotario.

Son estas.

Una chica se acerca a la empleada de información:

- Hola, vengo a por los papeles para casarme- dice

- Perdone señora, pero lo papeles para casarse se recogen en el Registro Civil.

- No, no. Usted tampoco me va a dar largas -dijo enfadada la chica- No me voy a ir de aquí sin mis papeles. Me tengo que casar ya y urgentemente, mi José Luis me espera para casarnos.

- Pues señora, lo siento, pero aquí le podemos dar los papeles para separarse, pero no para casarse. Para eso tiene que ir al Registro Civil.

- No, ya estuve allí, también en Comisaría, en el Ayuntamiento y todos me envían aquí, y aquí estoy. Deme los papeles, no me voy sin ellos.

- Vale, vale, cálmese, dígale a su novio José Luis que vaya con usted, a lo mejor a él le entienden mejor.

- Quiero un abogado para casarme, José Luis no tiene tiempo, está muy ocupado dirigiendo España.

- Perdone, perdone; me está diciendo que su pareja es José Luis,

José Luis Rodríguez Zapatero, el Presidente de España -dijo perpleja la empleada.

- Pues claro.

- Pues primero tendrá que ir a Madrid a hablar con Sonsoles para pedirle que se separe de él y así poderlo hacer usted, ¿no?

- Pues claro, pero eso lo soluciono rápidamente, pero no me voy sin los papeles.

Un empleado que estaba cerca, harto de escuchar tantas rarezas, le dijo a la chica:

- Usted perdone, pero es la hora de cerrar.

Cuando ya estaban a punto de llamar a la policía o al psiquiátrico, a alguien se le ocurrió una idea.

- ¿Y el traje? ¿Se ha comprado el traje de novia ya?

- Pues, pues no -dijo pensativa.

- Y a qué espera...

Cuando no habían pasado más de diez minutos, apareció un abogado escandalizado diciendo:

- Quién ha dejado entrar en el aseo de caballeros a una mujer que está desnuda de cintura para abajo y no quiere salir….

Después de eso, desapareció y nunca más volvió.

Un señor bien arreglado, pero algo extraño llega al mostrador.

- Buenos días, vengo a ver qué puedo hacer con un problema que tengo ahora.

- Sí, dígame -replica la empleada.

- El cura de mi pueblo cada vez que lo veo me echa ‘mal de ojo’ y no lo soporto, quiero que me ayuden….

Una joven se acerca al mostrador y , muy altanera, pide que la atiendan: ‘Pero sin guardar cola’.

- Pues disculpe, pero para ser atendidos aquí todos tienen que esperar su turno.

-¿Qué dice? De eso nada; yo soy hija del Rey de Jordania y, desde luego, no pienso hacer cola para nada, y además me van a atender inmediatamente -grita.

- Pues lo siento señora, pero aquí tratamos a todo el mundo por igual y si quiere ser atendida tendrá que hacer lo mismo que los demás.

- De eso nada, se van a enterar…

Una mañana calurosa del mes de julio, una señora llega temprano para coger número y hacer la cola correspondiente para solicitar un letrado de oficio. Cuando llega su turno se aproxima al mostrador y comenta su caso a la empleada.

- Buenos días -dice la señora.

- Buenos días -le contestan.

- Vengo a pedir abogado de oficio.

La empleada del Colegio, observando que la señora llevaba ropa muy elegante conjuntada con complementos de marca, le dice:

- Disculpe señora, éste es el mostrador de información al usuario para solicitar un abogado de oficio, seguramente lo que usted busca es asesoramiento legal privado….

- No, no, no me ha entendido, yo quiero un abogado de oficio.

- ¿Está usted segura? -preguntó la empleada extrañada.

- Sí, sí.

- Pues bien, le informo sobre los requisitos necesarios. ¿Pero, para qué necesita el abogado?

- Es que le conté a un amigo que con los años podría llegar un día que quisiera separarme de mi marido y mi amigo me aconsejó que estuviera preparada para cuando llegara el momento y me buscara un abogado; y por eso estoy aquí, para que ustedes me asignen un abogado de oficio, por si me hace falta alguna vez.

La empleada no daba crédito a lo que escuchaba y, conteniendo la risa, le contesta:

- No se preocupe usted, que, cuando llegue ese momento, hace lo mismo que ha hecho hoy y le asignaremos un abogado de oficio sin ningún tipo de problema.

Otro día, una señora se acerca al mostrador con intención de preguntar algo. La empleada del Colegio de Abogados se percata de que no es española por los rasgos y, sobre todo, por el atuendo. Piensa que es magrebí y le pregunta amablemente:

- Buenos días, ¿Qué desea?

- Una pregunta abogado. Problema… yo problema.

- Tiene usted que sacar número para que le atienda el Letrado.

La empleada confirma sus sospechas: la mujer es magrebí.

- ¿Dónde número?, pregunta ella.

- Se re-par-ten… a las nu-e-ve de la ma-ña-na… en la puerta -le dice la empleada lentamente para que la extranjera la entienda.

- No puedo… temprano no puedo… tengo alergia a madrugar.

En ese momento entre los presentes se hace el silencio y se oyen algunas risas y alguien exclama: ¡Yo también, señora! A mí me pasa todos los días! Sin embargo, pese al comentario, nos damos cuenta de que la mujer, por desconocimiento del idioma, había usado la palabra ‘alergia’ para decir que no podía venir a esa hora.

Una señora va a ventanilla a entregar una documentación.

- Buenos días, vengo a entregar mi carta astral.

- Señora, creo que está usted confundida.

- Perdone, esto es lo que me informaron -dijo la señora, enseñando el certificado a la empleada.

Cuando ésta cogió el impreso comprobó que era el ¡Certificado Catastral!