Al menos nueve murcianos, entre ellos Diego Martínez y Lola Herreros, se encuentran en la India tras las inundaciones que han asolado el norte del país. Permanecen en el hotel desde antes de que iniciaran las lluvias e intentan adelantar su vuelo de regreso. Ocho de ellos pertenecen al club de montañeros de Murcia y uno al club universitario.

La policía hindú confirmó ayer la muerte de la mallorquina Lourdes Morro, desaparecida en la avalancha de lodo que arrasó el enclave turístico cachemir el pasado día 6, una tragedia que ha dejado 174 muertos, la inmensa mayoría indios. El embajador de España en la India, Ion de la Riva, cree que dos españoles más han muerto, Fernando Ezquerdo y su compañero de viaje cuya identidad no fue facilitada.

El Ministerio de Asuntos Exteriores precisó ayer que no tiene confirmación oficial de la muerte de ninguno de los tres, al no haber habido una identificación de sus cuerpos que lo certifique.

Además de los tres desaparecidos, aún quedan por localizar a una veintena, sobre los que no hay tanta preocupación al estar en zonas que no han resultado tan dañadas por las lluvias.

Alrededor de un centenar de españoles ha sido evacuado ya a Nueva Delhi y hoy se espera completar el traslado de otros treinta.

De la Riva no ocultó «un cierto disgusto» al conocer que hay más grupos de españoles que están aterrizando en la zona afectada para hacer montañismo, algo irresponsable «y hasta obsceno», en su opinión.

Testigos de la catástrofe

«En ningún momento sufrimos lo que está sufriendo la gente de allí», reflexionó ayer el murciano Diego Martínez a su llegada al aeropuerto de la capital india.

«Esta historia siempre la pagan los mismos: los más pobres», añadió después de aterrizar junto a una treintena de españoles y algunos heridos locales procedentes de Leh.

Martínez, que describió un panorama tras las avalanchas de lodo con «bastante muertos, casas destrozadas y coches empotrados», explicó que la población local se organizó por comunidades religiosas para salvaguardarse en templos y preparar grupos de voluntarios para el rescate.

El turista añadió que la mayoría de españoles se encontraban alojados en hostales en el momento de las lluvias torrenciales, y que fue a la mañana siguiente cuando se dieron cuenta de «la magnitud de la catástrofe».

«Estábamos en el hotel, empezó a llover muchísimo y por la mañana salimos a la calle y nos dijeron que habían muerto cientos de personas», dijo con voz temblorosa Lola Herreros, también murciana, explicó que, mientras los locales intentaban sacar a la gente de las casas atrapadas por el lodo, los extranjeros pusieron a su servicio los recursos materiales de que disponían: «hemos dado lo que teníamos: medicinas, ropa, comida, barritas... dinero». Para Herreros, el proceso de evacuación fue «un poco caótico» porque «todo el mundo quería salir» de Leh, donde «no había ni luz, ni agua», y los alimentos escaseaban.

Los murcianos describieron un momento de pánico cuando el día 6, en una gasolinera donde se encontraban a punto de partir de excursión, corrió la voz de que venía una nueva avalancha y turistas, militares y locales corrieron en todas las direcciones, sin que finalmente pasara nada.