La primera referencia oficial que se tiene del proyecto para trasvasar agua desde la cuenca del Tajo al Levante español data del 26 de febrero de 19933, cuando el entonces ministro de Obras Públicas de la Segunda República, el socialista Indalecio Prieto, proclamaba en un acto público celebrado en el teatro-cine Monumental de Alicante, en la avenida de Alfonso X El Sabio de la ciudad alicantina, que "el Gobierno que se niegue a construir el Trasvase Tajo-Segura tendría que ser considerado como traidor a la patria, independientemente de su color político". Dos años después, la infraestructura, diseñada por el ingeniero Lorenzo Pardo, quedaba incluida en el I Plan Nacional de Obras Hidráulicas. La cruenta Guerra Civil y el estado en el que quedó el país tras el conflicto obligaron a guardar en el cajón un proyecto de esta embergadura, que no se retomó hasta 1968, cuando comenzaron las primeras obras.

Es paradójico que, setenta años después de las palabras de Prieto en Alicante, sea un socialista, en este caso el manchego José María Barreda, el que centre sus esfuerzos políticos en enterrar el Acueducto, con la permisividad del PSOE nacional, que ya aprobó la derogación del Trasvase del Ebro y está en contra de la interconexión de cuencas.

Sin embargo, no hay que remontarse a los tiempos de Prieto para encontrarse con un socialista trasvasista. El catalán Josep Borrell, cuando fue ministro de Obras Públicas, planteó un Plan Hidrológico Nacional en el que se proponía prácticamente conectar todas las cuencas hidráulicas de España. Este plan no salió por la falta de apoyo del PP.