Ignacio y Concepción encomendaron desde el principio la curación de su hijo al Papa Juan Pablo II, hacia el que sienten una gran devoción y admiración.

"Cuando tenía las convulsiones, hacíamos guardias para dormir", comenta el padre, que añade que hoy es reconfortante verle en su cama con los ojos cerrados y tranquilo. "Está para grabarle en video", apunta.

La dura experiencia que han vivido parece haber tenido un final feliz, pero como padres responsables, continúan llevando a su hijo a revisiones médicas periódicas. "Es impactante ver que tu hijo empieza a andar por segunda vez, más que la primera", subraya.