Desamparado e indefenso, sin ningún profesional sanitario que le asistiese cuando su vida estaba en peligro. A esta situación tuvo que enfrentarse Jorge, diabético de 44 años, el domingo pasado, cuando sufrió una bajada de azúcar. Su mujer y sus dos hijos, de 13 y 15 años, estaban junto a él cuando todo sucedió. Este funcionario de profesión denuncia que ninguna ambulancia acudió hasta su domicilio en su auxilio pese a las llamadas que, en repetidas ocasiones, efectuó el mayor de sus hijos al teléfono de emergencias 112. El diabético señala que la ambulancia no apareció tras una hora y cuarto de espera.

Jorge asegura tener reconocida una minusvalía del 33% desde que hace 31 años los médicos le diagnosticaran una diabetes Tipo-1 insulino-dependiente. Una enfermedad que no le impide hacer su vida normal e incluso participar en carreras populares y competiciones sobre dos ruedas con su bicicleta.

El reloj marcaba las siete de la tarde de un domingo lluvioso cuando el afectado comenzó a notar que algo no funcionaba bien en su cuerpo. Su medidor de glucosa le avisó de una bajada de glucemia. Ante esto, Jorge inició el protocolo que, como es habitual, suele llevar a cabo ante estos casos. Ingirió sus sobres de glucosa en gel, pero sus niveles no mejoraban. Así que entró en una situación «incontrolable» para él y su familia.

«Cuando sufrimos esto, algunos diabéticos tendemos a ser violentos, como me pasa a mí. Me encerré en mi habitación porque era imposible que nadie de mi familia se me acercara. Llegué incluso a darme golpes en las manos con la cabeza, estaba incontrolado. Después me quedé inconsciente casi una hora. Ni mi mujer ni mis hijos se percataron de esto, no entraron a la habitación por miedo a que les hiciera algún daño», sostiene Jorge. Una hora después, despertó. Probablemente, según él mismo cuenta, tras liberarse el glucógeno que tenía almacenado en las reservas del hígado. Acto seguido, «mi hijo llamó al 112 para anular la ambulancia, había pasado una hora y cuarto y, en ese tiempo, no llegó ningún médico a mi casa», critica.

Su familia indica que la crisis que vivió Jorge podría haber desencadenado en un coma hipoglucémico como el que ya sufrió tiempo atrás. «Me ocurrió en Francia y estuve 24 horas en coma», apunta el enfermo de diabetes.

Por suerte, Jorge puede contar lo que le ha pasado y no quiere que esta agonía vuelva a repetirse. El damnificado ha enviado una carta exponiendo lo sucedido al director gerente del Servicio Murciano de Salud, Francisco Agulló; y al director general de Emergencias de la Región de Murcia, Manuel Durán. «Nadie vino a atenderme tras la llamada de auxilio de mi hijo, me podría haber muerto», concluye Jorge desangelado.

Conserva en su móvil los horarios de las llamadas

Jorge guarda en su teléfono móvil las horas a las que su hijo requirió los servicios del teléfono único de emergencias 112. «No sé si me harán falta para defender mi denuncia, pero yo los guardo, por si acaso», afirma el diabético. Esta Redacción ha tratado de conseguir, sin éxito, la versión de la dirección general de Emergencias.