La Cuesta de la Baronesa se ha convertido en el auténtico punto negro de la Cartagena peatonal. Así lo denuncian los hosteleros de esta calle situada junto a los pies del Teatro Romano. Los vecinos de la vía del casco histórico denuncian que en lo que va de año se han producido más de una veintena de caídas y torceduras debido al desnivel que tiene la fuerte pendiente que conecta el final de la calle del Aire con una de las puertas de la Catedral Vieja.

Salir ileso de la zona es casi una utopía, según manifiestan los habituales del lugar. «Cuando no se cae uno se cae otro», critican. Como si de visitas de celebridades se tratase enumeran que «por aquí se han caído artistas, pintores y hasta concejales del Ayuntamiento». Uno de los dueños de uno de los establecimientos cercanos indica que ha visto a gente sangrando con brechas en la cabeza tras golpearse contra el suelo, roturas de ligamentos cruzados y una infinidad de torceduras de tobillo». Asimismo, sentencia que algunos damnificados han llegado incluso a interponer una denuncia por el peligro que supone la Cuesta de la Baronesa. «Las barandillas están en muy mal estado y la pendiente es un Tourmalet», afirma una de las camareras de un bar de copas próximo.

Nadie se libra de un tropezón

Uno de los sitios más peligrosos de la zona se encuentra al salir del bar La Catedral. Justo en la puerta hay unas escaleras que van a parar directamente al desnivel de la pronunciada rampa. «Nada más bajar los peldaños y pisar la calle lo haces sobre el suelo inclinado, ya que no está plano», explica uno de los encargados del establecimiento, quien además sostiene que «siempre acompañamos a los clientes hasta la puerta y les avisamos del peligro porque ya se nos han lastimado varios».

Los turistas tampoco se libran. La última gran escala de tres buques en el Puerto de finales de septiembre, en la que hasta 9.000 'cruceristas' invadieron las calles de Cartagena en plenas fiestas de Carthagineses y Romanos, se saldó con dos heridos. «A uno de ellos se lo tuvieron que llevar al barco en volandas y otro se fue de bruces al suelo y le pusimos hielo para que se aliviara», detallan quienes auxiliaron a los heridos.

Todos centran la responsabilidad en la intervención que el arquitecto Rafael Moneo hizo para rehabilitar el Teatro Romano. Según explican, a raíz de la gran obra de Moneo se cambió radicalmente el aspecto de la Cuesta de la Baronesa, que pasó de ser una subida llena de escaleras a una pendiente que une la calle del Aire con lo más alto de la vía.

Un conocido arquitecto de la ciudad portuaria, experto en rehabilitación de edificios protegidos, indicó desde el anonimato para no entrar en polémica con Moneo que «sólo se entiende que el prestigioso arquitecto delegara en alguien de su equipo para hacer el diseño de la Cuesta de la Baronesa porque la rampa que han hecho aquí es tan simple ques e le ocurriría `a un niño». El problema, prosigue el experto, radica en que la Cuesta tiene una inclinación de más del 20%. «Esto vulnera con creces la legislación sobre accesibilidad para personas minusválidas», recalca. A la vez subraya que «es imposible que alguien en silla de ruedas pueda subir la calle por sí mismo, ni mucho menos bajarla porque podría salir disparado hasta el edificio del Gran Hotel, ubicado al final de la calle del Aire».

Se da el caso de que la bajada de la rampa de la Cuesta de la Baronesa termina justamente en una calle por donde circulan vehículos. Así que, advierten de que un despiste como que por ejemplo una madre se le olvide poner el freno a un carricoche, puede acabar en una desgracia. Y de hecho, revelan que «hace poco un coche tuvo que frenar en mitad de la calle del Aire porque un niño bajó rápidamente con un triciclo hasta aparecer en mitad de la carretera». Afortunadamente, no pasó nada y todo quedó en un susto.

Piden que se recupere la calle

Aunque en términos globales el arquitecto cartagenero valora que la intervención de Moneo es «muy buena», el constructor dice que arreglar el desaguisado y recuperar los orígenes de la Cuesta de la Baronesa no saldría muy caro. Su idea pasa por volver a poner escaleras para eliminar la rampa, dejar una explanada sin inclinaciones junto a la puerta de la Catedral y hacer el boulevard ajardinado que dividía la calle por la mitad. Todo ello, destaca, «respetando el legado histórico de la Cuesta».

El urbanista también lamenta que «se haya destruido la calle más pintoresca y fotografiada de la ciudad». No obstante, afirma con rotundidad que «pese a las molestias que pueda producir cómo Moneo dejó la calle, los cartageneros tenemos que sentirnos orgullosos de que uno de los mejores arquitectos del mundo haya dejado su firma en la ciudad».

Mientras, la carrera de obstáculos de Moneo sigue ahí, esperando a ver quién será la próxima víctima.