El fallecimiento de una amiga muy cercana es como la pérdida de una hermana, hay que lidiar con la idea de no volverla a ver jamás. Este sentimiento es el que experimento con motivo de su muerte, porque Nieves para mí era como una hermana.

Fue presidenta de la agrupación de la Verónica a partir del año 1972, siempre de la mano de su esposo, Juan Pérez-Campos, permaneciendo en el cargo hasta el año 1984. Comisario General de la cofradía Marraja, cuando aún no estaban tan integradas las mujeres en la Semana Santa defendiendo su cargo hasta que sus fuerzas se lo permitieron. Posteriormente cuando se creó el taller de costura de la cofradía, se implicó en él aportando su colaboración en beneficio de la Fundación Marraja.

Entré en su vida, bueno, de toda la familia, en el año 1972, siendo para mí todo un referente como procesionista y también como persona.

Tenía un arraigo muy fuerte a la Cofradía Marraja y a la agrupación de la Verónica, de la cual fue, como he mencionado antes, presidenta durante doce años. Pero nunca en el resto de su vida dejó de estar pendiente de cómo iba la agrupación, tanto es así que fue un gran apoyo para mí durante el tiempo que ostenté el cargo que había ocupado ella.

Estando ya muy enferma quiso, al ser la Comisario más antigua de la agrupación en junio pasado, presidir el Capítulo de Comisarios y Consiliarios para elegir la terna de la cual saliera la nueva Presidenta, al cesar yo en dicho cargo (fue su última intervención). Y cuando se hubo formado la terna se dirigió a la actual presidenta, Caridad Conesa Carrique, si finalmente era elegida, diciendo «hazlo bien», dándonos a entender a las allí presentes lo mucho que quería a su agrupación.

Como recuerdo más alegre y entrañable tengo el de una cena de la agrupación celebrada el año 2004, cuando nos juntamos las dos, Nazarenas Mayores, (caso insólito, dos en la misma agrupación). Aunque ella decía que el 80% de su nombramiento se lo debía a su esposo, estoy convencida que el mérito del nombramiento que le concedió la Junta de Cofradías, se lo tenía merecido personalmente por su trayectoria dentro de la Semana Santa y, muy especialmente de su Cofradía.

Nieves Martínez Moreno, esposa de un gran procesionista y madre de cinco hijos, inculcó a todos ellos la pasión por la Semana Santa que compartía con su esposo.

Supo infundir en sus hijos y nietos el sentimiento cofrade y de agrupación, a unos en San Juan y a otras en la Verónica; y éstos así siguen teniéndolos como referente. Una gran persona a quien siempre recordaremos por su forma de ser quienes tuvimos la suerte de conocerla, fuimos personas afortunadas de compartir maravillosos instantes con ella.

Adiós, amiga, descansa en paz