Casado y con seis hijos, el poeta cartagenero Miguel Alcantud presenta este viernes en el Casino su segundo libro El último barco al infinito, una obra publicada por la editorial malagueña Seleer. A sus 62 años, compagina su pasión por los versos con su trabajo en Aduanas como funcionario de la Agencia Tributaria.

¿Cuándo empezó a escribir y por qué decidió publicar su obra?

Empecé muy joven. En Franciscanos tuve un profesor de literatura que fomentó mi pasión por la literatura no sé si porque observó mi inquietud o por casualidad. Durante 20 o 30 años dejé de escribir y luego volví a la poesía. Mi primer libro Cuarto Menguante tuvo una distribución limitada, así que mi primera buena edición es ésta. A través de las redes sociales, la editorial se puso en contacto conmigo y me pidieron un manuscrito y a los dos días, me dijeron que querían publicarlo en España y Latinoamérica. En España es difícil publicar poesía. El público es más limitado que cuando se trata de narrativa y a mí no me apetecía ir de puerta en puerta. La poesía le da un poco de pudor al escritor hasta que termina perdiéndolo. En la narrativa el escritor inventa una historia y la desarrolla. La poesía es intimista y personal.

¿De qué trara El último barco al infinito?

El amor en todas sus facetas, pasional y eroticamente hablando. Son cien historias que he vivido y sentido, he imaginado en primera persona o que incluso he soñado. Mi estilo es el verso libre de métrica. No miden, pero al leerlos suenan como si lo hicieran.

¿Usted es familiar del cineasta Miguel Alcantud?

Es mi sobrino sí y hoy en el Casino me acompañará otro sobrino, que también se llama igual, que es músico y compositor y toca más de 30 instrumentos. Es invidente y autodidacta. Me han salido artistas.

¿Cree que Internet colabora en la difusión de la poesía?

Por supuesto. Te das cuenta de que las cosas que piensas y sientes llegan a mucha gente. Con las redes sociales el mundo se hace mucho más pequeño y las palabras llegan en segundos a muchos rincones del mundo. Cuando la editorial comentó en su web la presentación del libro, lectores de México, Argentina y Estados Unidos se mostraron interesados en adquirirlo. Hay gente que jamás se hubiera puesto a leer poesía en su vida y que está descubriendo el género gracias a Internet. Cada vez hay más poesía en facebook. A diario, los jóvenes escriben poesía sin saberlo. No hablo del siglo de Oro, sino de cosas que suceden en el día a día. Expresan sentimientos, es parecido al haiku o poesía japonesa que se resume en dos o tres líneas. Hasta en los estados del whatsApp se leen pensamientos muy profundos.

¿Nunca ha pensado en dar el salto a la novela?

Sí, tengo escritas un par de obras, pero requiere tiempo y disciplina. No lo descarto en el futuro.

Usted fue concejal en el ayuntamiento de Cartagena entre 1987 y 1991. La ciudad ha cambiado¿también la política?

La política se reduce a si hay dinero para hace cosas y, en ese sentido, ha variado muy poco. Estuve como concejal por el CDS como independiente en el Gobierno de Antonio Vallejo. Fui responsable de policía, de turismo y estando yo en el Ayuntamiento se gestaron las fiestas. El lema 'Y después del verano, Carthagineses y Romanos', es mío. En aquellos años se produjo el desmantelamiento industrial en Cartagena y hubo que echarle más imaginación que dinero. Esto es cíclico. Comprendo al que está en el Gobierno y también al ciudadano, creo que la política municipal es lo mejor que hay por la cercanía con la gente. Eras edil las 24 horas, no como los diputado que van a levantar el dedo para votar.