Los profesores de la Escuela de Enfermería de Cartagena han comenzado a despedirse de los alumnos. La mayoría de los cerca de 25 docentes que imparten clases en el centro culminan su relación laboral con el mismo al finalizar el presente ejercicio y a estas alturas nadie les ha comunicado si lo renovarán o no.

La propia directora de la Escuela, Lourdes Cantero, admite que no pueden programar la organización de la docencia de cara al próximo curso porque aún no saben cuántos profesores tendrán. «La dirección general de Universidades no nos ha comunicado cómo solucionar este problema», reconoció la responsable del centro.

Cantero explicó que es problema es que no se ha formalizado la integración de la Escuela de Enfermería de Cartagena como una facultad más de la Universidad de Murcia y que, de momento, siguen siendo tan sólo un centro adscrito a la misma. Esta situación provoca que los profesores sólo puedan ser contratados por un periodo de dos años y ese plazo se cumple este curso para la mayoría de ellos.

La directora de la Escuela confesó que esta incertidumbre genera cierta inquietud entre los alumnos del centro, aunque quiso subrayar que el centro no se cerrará en Cartagena.

Pese a todo, el delegado de los alumnos, José Luis Navarro, sí se quejó de la falta de información sobre los planes que la dirección general de Universidades tiene para el próximo curso y señaló que el fantasma de un posible cierre y traslado de los alumnos a Lorca o a Murcia aún planea entre los estudiantes. «Hay muchos alumnos que tendrían que dejar sus estudios si se llevan la escuela de Cartagena», comentó.

Navarro indicó que incluso insiste el temor a que les obliguen a dejar las aulas que la Universidad Politécnica de Cartagena les ha prestado en el CIM para el curso que finaliza ahora. «Han venido a tomar medidas en la sede de la plaza San Agustín y dicen que van a hacer obras para trasladar allí las aulas, pero no nos confirman nada. Además, también allí estamos de prestado», subrayó.

Alumnos y dirección coinciden en que estos problemas culminarían si la escuela se convierte en facultad y se construye la nueva sede junto al nuevo hospital, algo a lo que se ha comprometido el Gobierno regional, pero las dificultades económicas están retrasando el proyecto. Los alumnos ya se plantean encerrarse como medida de presión para lograr respuestas.