Llega un momento en la vida en el que juntados unos cuantos ahorros y teniendo ganas de cambiar de aires se hace necesaria la búsqueda de un nuevo espacio donde anidar. Es entonces cuando las personas que buscan un hogar desde donde llevar a cabo su proyecto de vida deben enfrentarse a un gran dilema. A los enigmas más vitales de nuestra existencia (Ser o no ser, ¿De dónde venimos?, ¿A dónde vamos?) se añade otro no menos enjundioso: «¿Es mejor comprar o alquilar?».

Sin duda, esta cuestión cuenta con múltiples variables que, como los planetas, nunca llegan a alinearse por completo, por lo que nuestra decisión siempre conllevará algún riesgo y contará con pros y contras. Saber leer las pistas del mercado y conocer nuestras posibilidades financieras reales será vital para decantar la balanza por una u otra opción.

Evidentemente, las características de cada economía individual son las que más condicionan a la hora de tomar esta decisión. El tener un empleo estable y el nivel del salario condicionarán las posibilidades de cada persona para alquilar (bolsillos más modestos y con condiciones laborables variables) o para embarcarse en la aventura de comprar con o sin hipoteca (para cuentas de ahorro preparadas para una inversión comprometida en un largo espacio de tiempo).

Si hoy -en mayo de 2022- nos preguntan sobre esas variables del mercado, la inestabilidad provocada por la crisis de la pandemia de covid-19 y la amenaza que supone la guerra provocada por Rusia cuentan con un gran protagonismo. En principio, toda situación de crisis o de incertidumbre llama a ajustar el gasto y postergar grandes inversiones para periodos más apacibles y estables.

Sin embargo, los datos recogidos hasta la fecha apuntan a una recuperación del sector inmobiliario en lo que a compraventa se refiere gracias en buena parte a la remisión de la pandemia y de las medidas de confinamiento y de seguridad sanitaria.

Según la Estadística Registral Inmobiliaria, en el último trimestre de 2021 se produjo una cierta caída del número de operaciones de compraventa (un -6,6%) respecto al trimestre anterior. Bien es cierto que se encadenaban 5 trimestres de alzas y que, pese al descenso en el último dato de 2021, los niveles se mantenían a un ritmo nada desdeñable y que se auguran unas buenas expectativas para 2022.

Un panorama que se ha visto de nuevo alterado por el contexto internacional y la invasión rusa de Ucrania que hace prever la subida del precio de los materiales de construcción, los combustibles y la energía, lo que hará que vuelva a subir el precio de la vivienda nueva. Un escenario que también provoca la subida generalizada de los precios que se traduce en la mayor inflación sufrida por España desde 1985.

Así las cosas, todo apuntaría a pensar que el alquiler es la solución propicia en épocas de inestabilidad, pero la limitada regulación en el sector hace que estos también suban considerablemente sin una opción a contar con la vivienda en propiedad una vez pagado un valor equiparable al de compra.

Otro aspecto a tener en cuenta es el de la llegada de fondos europeos para ayudar a las empresas y seguir dinamizando la economía que puede repercutir (nos movemos ya en el incierto terreno de la posibilidad) en una estabilización de los precios de la oferta inmobiliaria en ambos ámbitos, compra y alquiler.

Otro de los valores a tener en cuenta a la hora de comprar con la ayuda de una hipoteca es el valor del Euríbor. Ese índice de referencia que utilizan los bancos para establecer el tipo de interés por el que prestan crédito a sus clientes y que en otros momentos supuso un verdadero quebradero de cabeza para los hipotecados. La media mensual del pasado mes de abril fue de un 0,013%, un tipo de interés realmente bajo, pero que ya se sitúa en valores positivos, por lo que las hipotecas empiezan a encarecerse tras años con un Euríbor en 0 o incluso en negativo. Mirando al horizonte, es impredecible las decisiones que pueda tomar el BCE en este sentido para contener la escalada de precios (inflación) en la Eurozona.

Muchas variables que nos indican que, pese a lo incierto del contexto, comprar a día de hoy no supone un acto descabellado, mientras que la opción del alquiler sigue proporcionando esa flexibilidad que se necesita cuando apostamos por el corto plazo.