«No puedo pasar página, no puedo avanzar en mi vida, no sé por qué tanta demora y tanta historia». Así se expresa el joven Andrés Martínez, la víctima del 'caso 609'. Ahora tiene 33 años y se acuerda «todos los días» del calvario que empezó en aquel pub de la calle Marquesa de Murcia y se materializó, en un golpe que casi fue letal, en Santa Isabel. 

«Me ha dado tiempo hasta a morirme de covid», subraya, con resignación, el joven, que recibía ayer a este periódico en su casa. «No sé qué hacer con mi vida, estoy desesperado», confiesa.  

Ya lo adelantaba él mismo en junio de 2017, cuando rompía su silencio en LA OPINIÓN: «No creo que vuelva a ser el mismo», apuntaba entonces. Han pasado casi cinco años de aquel puñetazo fatal en Santa Isabel y el joven vecino de Alcantarilla, efectivamente, no es el mismo. 

"Para lo único que me esta viniendo bien es para cuidar a mis crías, que las estoy disfrutando mucho"

Sobre los culpables de su desgracia, tiene claro, como su abogado, que «ellos son los únicos que se benefician del tiempo» que va transcurriendo hasta que no salga el juicio. «Y tendré que verlos», dice, en referencia al día que por fin se ponga fecha a la vista oral, a la que él asistirá como víctima. Y en la cual se encontrará cara a cara con sus verdugos.

Andrés no se explica cómo es posible que asuntos más difíciles que lo suyo se resuelvan con «un juicio rápido» y su caso, «que está claro, está grabado lo que pasó», se haya quedado estancado.

El joven Andrés Martínez, en el sofá de su vivienda. Israel Sánchez

«No puedo crear una nueva vida, porque tengo esto pendiente», lamenta el chico, al que, en 2018, la Seguridad Social concedía la invalidez absoluta, lo cual implica que está incapacitado para trabajar. «Cada vez que me levanto y veo la cicatriz de la cabeza… no puedo olvidarme», hace hincapié. Esa cicatriz es consecuencia de una de las dos intervenciones quirúrgicas, a vida o muerte, en la Arrixaca.  

Subraya la víctima que «tampoco puedo trabajar», lo que significa que «tengo mucho tiempo libre y mucho tiempo para darle vueltas a la cabeza y volverme loco». «Pasé de estar trabajando, activo, relacionándome con gente y moviéndome, a estar a mi casa», remarca el chico. Admite que «para lo único que me esta viniendo bien es para cuidar a mis crías, que las estoy disfrutando». Habla de sus dos hijas, las que tuvo, después de la agresión, con su pareja, Zaira

El caso, estancado

El confinamiento, debido a la pandemia de coronavirus, solo sirvió para ralentizar aún más una causa que ya estaba ralentizada de por sí. El procedimiento ha estado parado más de un año en los juzgados a causa de un recurso que presentó Francisco Adán, abogado de Andrés. El letrado consideraba que faltaban dos documentos, que eran las notificaciones de procesamiento a la sociedad del 609 y a su compañía aseguradora, a las que considera responsables civiles. Tras trece meses de parón, la Audiencia Provincial de Murcia ha resuelto que no es requisito imprescindible notificárselo personalmente a estas empresas, que basta con que lo sepan sus abogados. 

El recurso fue presentado por Adán en septiembre de 2020 y la respuesta llegaba a principios de este mes. Pero al proceso aún le queda recorrido

La burocracia judicial pasa ahora por «dar traslado de las actuaciones a las defensas de los acusados y a los responsables civiles. Y luego dar traslado para las calificaciones», explica Francisco Adán. En su opinión, lo que está pasando es «un despropósito». «Todo lo que sea retraso, a los acusados les beneficia», considera. Previsiblemente, los procesados, cuando se dicte sentencia, se beneficiarían de la atenuante de dilaciones indebidas.