No ha pronunciado palabra alguna. Dos agentes del Cuerpo Nacional de Policía lo han sacado del coche zeta y lo han conducido hasta la puerta del patio del calabozo de los juzgados. 'El Margarito', detenido por la muerte de Manoli, vecina de Lorca, en la madrugada del jueves llevaba sudadera blanca con capucha y ha intentado ocultar en todo momento su rostro. Pero además, justo cuando iba a adentrarse en dependencias judiciales se ha tapado la cara con las manos. Iba esposado y en la muñeca izquierda llevaba un brazalete de los que reciben los pacientes cuando son atendidos en el Hospital General Universitario Rafael Méndez, lo que podría llevar a pensar que ha precisado atención médica durante su detención en la Comisaría del Cuerpo Nacional de Policía. A la misma hora que el sujeto era llevado al juzgado, se celebraba el funeral de Manoli, en el tanatorio Lázaro Soto.

El joven se espera que declare esta mañana ante la titular del Juzgado Nº 5 de Lorca. La jueza decidirá, tras el relato de los hechos, si amplía su detención hasta las 72 horas, decreta prisión provisional o lo pone en libertad. Pedro, nombre de pila del detenido, de 30 años de edad, es el único detenido por la muerte de Manoli, una mujer de 51 años que falleció tras agonizar en la calle Zorrilla. El trágico fallecimiento tuvo lugar apenas a 50 metros de donde vivía el joven, en la calle Vicente Ruiz Llamas. La vivienda continúa precintada por orden judicial tras saberse que la mujer pudo pasar en el lugar sus últimas horas de vida.

El bolso de ella, en casa de él

Se conocían, eran amigos, habían mantenido contactos esporádicos y, algunos, apuntan a que incluso una relación por momentos tumultuosa. Sin embargo, el único detenido por la muerte de una mujer en la madrugada de este jueves niega la mayor, aludiendo incluso que su vida sentimental estaría ocupada por otra joven.

Sin embargo, la investigación encontró en la vivienda en la que residía, en la calle Vicente Ruiz Llamas, conocida popularmente como del ‘Huevos’, el bolso de la mujer y dentro su documentación. La misma que le faltaba la madrugada en que un inspector de la empresa municipal de limpieza Limusa la encontró con un último halo de vida en la calle Zorrilla, a pocos metros de la vivienda del joven.

“Este no me va a poner la mano encima”. Es lo que dijo a un amigo suyo hace tres días la mujer, española, residente en el barrio de San Pedro y limpiadora de profesión, que pronunció estas palabras a raíz de que su allegado le preguntase si estaba bien, ya que se había fijado en que presentaba un ojo morado. Manuela no dio el nombre de nadie, pero su amigo intuyó que se refería a la persona con la que más de una vez la habían visto los vecinos discutir de forma acalorada (dicen que volaban zapatos y botellas por la ventana, en peleas que califican como "constantes"). Apenas 72 horas después de este conversación con su amigo, la mujer era hallada muerta en la calle.