Durante los primeros años del Hollywood clásico, los estudios Universal fueron sin duda los más importantes del mundo.

Los estudios Universal habían nacido en 1912, pero fue el 14 de marzo de 1915, una semana antes del Real Decreto que anunciaba la creación de la Universidad de Murcia, cuando fue inaugurado el complejo de producción cinematográfica más grande del planeta: Universal City Studios, que, situado en los terrenos de una antigua granja harían realidad los sueños para miles de millones de espectadores durante los cien años siguientes. Y aún hoy.

Su fundador, Carl Laemmle, rompió con la costumbre de Edison de no incorporar los nombres de los actores en los créditos de sus películas, con lo que pronto tuvo a las mejores estrellas de la época con él.

Desde finales de los años 20 se especializó en películas de terror, y en los comienzos del cine sonoro produjo dos de las cintas más míticas del género: “Drácula”, de Tod Browning y “Frankenstein”, (1931), de James Whale, que revolucionó el cine de terror e impuso una estética que sería muy imitada. La momia, el hombre invisible, el hombre lobo… llenó de terror los estudios y las pantallas del mundo durante más de una década, y Universal se convierte en uno de los estudios de barrio por excelencia.

Hoy, a más de un siglo de sus comienzos, bien podemos, como en aquella recordada frase del doctor Frankenstein: “¡Está vivo!, ¡Está vivo!”.