Dice Umberto Eco que «el verdadero héroe es siempre héroe por equivocación o por accidente», que es «una persona cuyo sueño es ser un cobarde sincero y honesto, como el de todo el mundo». Estoy bastante de acuerdo. Pienso estos días en Louise Bourgeois, cuya contundente retrospectiva, He estado en el infierno y he vuelto, se expone en el Museo Picasso Málaga; la valiente exploradora de cuestiones esencialmente femeninas, el icono que supo trascender en un mundo dominado por el macho...

Quiero decir, sus logros, además de los artísticos, son inapelables y dignos de admiración, por lo que resulta hasta cierto punto lógico que el feminismo la haya adoptado como la Libertad del famoso cuadro de Delacroix; el asunto es que hay gente a la que no le gusta portar banderas. Y Bourgeois era una de ellas: «Las feministas me han tomado como un modelo de conducta, como una madre. Me molesta. No estoy interesada en ser una madre. Sólo soy una chica tratando de comprenderse a sí misma».

He aquí, creo, a una verdadera heroína, a diferencia de tanto megalómano amparado en lo que la sociedad considera buenas intenciones; una mujer que, en la soledad, de su taller y, sobre todo, de su tumultuosa cabeza, ideó, dibujó, esculpió y tejió una odisea personal que ha devenido en epopeya grupal. Dostoyevsky, creador de tantos antihéroes, tenía muy claro que lo realmente pertinente es hacerse preguntas; las suyas, cómo no, siguen siendo vigentes, quizás ahora más que nunca: «¿Qué es lo que hace a un héroe? ¿Coraje, fuerza, moral, valor para soportar la adversidad? ¿Éstos son los rasgos que lo identifican? ¿Es la luz verdaderamente la fuente de la oscuridad o viceversa? ¿Es el alma una fuente de esperanza o de desesperación? ¿Quiénes son estos denominados héroes y de dónde proceden? ¿Están sus orígenes en la oscuridad o a simple vista?».

No seré tan patán de darle la respuesta al escritor de Crimen y castigo, pero sí lo suficiente como para escribírsela a ustedes y quedarme tan pancho: para mí, el héroe es alguien que supera las continuas tentaciones de enfrentarse a los demás „ya saben, el infierno son los otros„ para dedicar todos sus esfuerzos a afrontarse a sí mismo, sus dudas, emociones y autosabotajes para llegar a una razonable aceptación propia. Lo demás, tebeos de Marvel.