La flamante presidenta de la Asamblea Regional sentía predilección en sus años universitarios, allá por los albores de la democracia, por el sufridísimo color negro. Algo lógico y acorde con el gris que se cernía en el espectro geográfico nacional de aquellos años. Vistió doña Rosa Peñalver en su toma de posesión como presidenta de la Asamblea, vistoso conjunto blanco estampado con hermosos lunares (tan españoles ellos) en color negro.

Una pincelada quizás, de nostalgia de los años de vino, rosas y asambleas universitarias de quien nos ocupa.

Tan solo aconsejaremos a la presidenta una levedad, un complemento clave, un elemento significado que dará al traste con otros tiempos de conservadurismo y que abrirá con toda seguridad nuevos horizontes de cambio. Una pamela, sí señores; una pamela bien grande y a ser posible en su acostumbrado color negro con un nada sofisticado detalle o pompón en tono rojo, identificador claro de los colores socialistas que profesó desde su más tierna juventud.

Un complemento, una coquetería, muy apta para el verano cartagenero y para los chaparrones por llegar.

Las británicas, siempre tan británicas, hacen a diario gala de su predisposición al uso de la pamela, ya sea la propia reina, sus nueras (si es que le queda alguna), sus nietas y las cortesanas en definitiva en cualquier acto que se precie de serlo e incluso por casa o en las carreras de Ascot como ejemplo. Por eso mismo, veríamos con agrado el uso por parte de las damas de nuestra oficialidad del uso de la pamela. Algo que sería muy grato y todo un guiño de europeísmo arrebatado hacia nuestros socios. Sin olvidar el más que cierto parecido que ostenta doña Rosa puesta de pamela con la reina Guillermina, la que fuera monarca de los holandeses.

Un toque de color con el que romper el lúgubre y frío mármol que decora nuestro hemiciclo regional.