La Dirección General de Salud Pública del Servicio Canario de la Salud (SCS) investiga un caso de posible botulismo infantil en una bebé de cuatro meses que se encuentra ingresada en la unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Universitario Materno Infantil de Canarias, en Gran Canaria.

Según ha informado la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias, a la paciente se le está realizando el estudio pertinente para descartar botulismo del lactante y las muestras se enviarán al Centro Nacional de Microbiología, en Madrid, para su estudio.

El caso en investigación se notificará al Ministerio de Sanidad y al Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades (ECDC), tal y como indican los protocolos.

¿Qué es el botulismo infantil?

El botulismo infantil es un trastorno neurológico, causado por la liberación de toxinas in vivo procedentes de la germinación y multiplicación de esporas de Clostridium botulinum, en el intestino del lactante.

Éstas no resultan dañinas para los adultos con un elevado nivel de acidez gástrica y bacterias protectoras en sus intestinos. Sin embargo, en los lactantes estas esporas infectan, germinan y se liberan en el colon.

El peligro de esta toxina es que afecta al sistema nervioso y puede provocar parálisis en los músculos responsables de la respiración, llegando a ser mortal si no se diagnostica y trata rápidamente.

Aunque afecta casi exclusivamente a niños menores de un año de edad, también puede aparecer en niños mayores y adultos con alteraciones en la anatomía y microflora intestinales.

El botulismo infantil es un trastorno neurológico, causado por la liberación de toxinas in vivo procedentes de la germinación y multiplicación de esporas de Clostridium botulinum.

Síntomas más frecuentes

Los síntomas más frecuentes del botulismo infantil son el estreñimiento, la debilidad muscular y los problemas para controlar la cabeza, el llanto débil, la irritabilidad, el babeo constante, los párpados caídos, el cansancio, la dificultad para succionar o alimentarse y la parálisis.

Estos suelen comenzar entre las 12 y las 36 horas de que la toxina ingrese en el cuerpo del bebé.

La miel y el polvo, las principales causas

Las dos potenciales fuentes de infección, claramente reconocidas en la literatura científica para adquirir la enfermedad, son el consumo de miel y el polvo procedente de suelos contaminados.

En el caso de la ingesta de miel, se debe a que es fácil que contenga esporas y estas se desarrollen en el tracto intestinal de los bebés. Es por esto por lo que se desaconseja dar este alimento a menores de 12 meses, ni tampoco papillas o postres que lo contengan.

Tras una evaluación de riesgo realizada por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), no solo se recomienda no dar miel ni infusiones u otras especies vegetales a los bebés de menos de 1 año porque podrían actuar como vehículo del patógeno, sino que tampoco se les debe exponer a la tierra o al polvo, especialmente en las zonas rurales.

¿Cómo se trata?

El botulismo tiene un buen pronóstico, especialmente si se diagnostica a tiempo.

El enfoque habitual es la administración de antitoxina, un medicamento que impide daños ulteriores o que repara los daños ya sufridos por las células nerviosas.

Los síntomas más frecuentes del botulismo infantil son el estreñimiento, la debilidad muscular y los problemas para controlar la cabeza.

Recomendaciones de los expertos para evitar el botulismo infantil

  • Lavar y cocinar adecuadamente todas las verduras que vayan a comer los bebés.
  • No proporcionar miel (ni alimentos que la contengan) a niños menores de un año de edad.
  • Mantener las manos de los niños correctamente higienizadas.
  • Controlar que los pequeños no se lleven a la boca alimentos que hayan estado en contacto con la tierra.

¿Y en que casos un adulto puede infectarse de botulismo?

Aunque en un adulto las esporas de Clostridium botulinum no producen ningún síntoma, ya que las condiciones de su tracto digestivo imposibilitan su germinación, si se trata de una persona que se haya sometido a tratamientos antibióticos muy prolongados o a una cirugía que implique una disminución muy importante de la flora intestinal, puede tener cierto peligro de contraer la enfermedad.

Además, hay otros dos tipos de botulismo que sí se desarrollan entre la población adulta:

  • Por ingesta de alimentos contaminados: Esta intoxicación se puede producir en latas de conserva en mal estado (o por una mala conservación tras ser abiertas). Los síntomas iniciales incluyen fatiga intensa y vértigo, seguidos generalmente por visión borrosa, sequedad de boca y dificultad para tragar y hablar. También pueden aparecer vómitos, diarrea e inflamación abdominal.
  • Por infección en heridas: Ocurre cuando la espora Clostridium botulinum entra a través de una herida abierta causando una infección. Los síntomas son similares al botulismo de trasmisión alimentaria, pero pueden tardar hasta dos semanas en aparecer.