La psoriasis es una patología que va más allá de las lesiones visibles que se manifiestan en la piel en forma de placas rosadas que producen picor y descamación. Existen diversas comorbilidades asociadas a la psoriasis, que pueden aparecer, a medida que ésta evoluciona. Por eso es importante ejercer un exhaustivo control sobre la misma. Según revela el Barómetro de la Psoriasis, un estudio elaborado por Acción Psoriasis, la evolución de la enfermedad es la principal preocupación para 4 de cada diez pacientes. El diagnóstico precoz favorece el manejo del mejor tratamiento en el menor tiempo posible, evitando la progresión de la enfermedad y beneficiando la detección temprana de patologías asociadas como la artritis psoriásica, la segunda mayor preocupación para los pacientes como demuestra este estudio.

Padecer artritis psoriásica, segundo temor

Los pacientes con psoriasis además de los problemas diarios a los que se enfrentan con su patología como miedos y sentimientos de vergüenza por las placas visibles en su piel, viven preocupados por las patologías asociadas que se pueden desarrollar a raíz de su psoriasis. Una de las principales comorbilidades asociada es la artritis psoriásica, una forma de inflamación crónica de las articulaciones que se caracterizan por rojez, hinchazón y dolor en las articulaciones, que llegan a desarrollar entre el 10% y el 30% de los pacientes con psoriasis.

El tratamiento es indispensable

El diagnóstico precoz y la prescripción de un tratamiento adecuado son dos aspectos fundamentales que la práctica clínica debe cumplir para la correcta evolución de la enfermedad. Sin embargo, además de la figura del médico, los pacientes juegan un papel muy importante en la evolución de su psoriasis. Es importante que los pacientes entiendan cada paso a seguir y se comprometan a cumplirlo siguiendo todas las indicaciones. De este modo, se puede evitar la progresión de la enfermedad y reducir las posibilidades de desarrollar patologías asociadas.

Un problema más allá de la piel

La psoriasis es una enfermedad inflamatoria autoinmune y crónica potencialmente incapacitante que repercute en la piel y que puede desencadenar otros problemas de salud. En los últimos años, se ha demostrado que la psoriasis moderada o grave se asocia a otras amenazas como la dislipemia (elevación de los niveles de grasas en sangre, colesterol y triglicéridos), diabetes (aumento de los niveles de glucosa y azúcar, en sangre) e hipertensión arterial. Son una serie de comorbilidades que aumentan el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares como la arterioesclerosis y, como consecuencia de ella, el infarto de miocardio. La psoriasis no tiene cura, pero gracias a las terapias que existen para tratar a los pacientes se pueden reducir sus efectos notablemente.