La timidez infantil como problema suele pasar desapercibida durante muchos años, ya que los padres piensan que se trata de una característica de personalidad. Como el niño tímido suele ser tranquilo y callado, no llama la atención, por lo que es más difícil percatarse de que tiene problemas y necesita ayuda profesional. Esto se debe a que los niños tímidos no externalizan sus problemas, sino que los guardan para sí y, como resultado, no muestran conductas disruptivas extremas, que son las que más suelen preocupar a los padres.

Sin embargo, la posibilidad de interactuar con los demás niños es fundamental para el desarrollo infantil. Durante los primeros años de vida, el pequeño construye su autoconcepto a través de la interacción con los otros. Además, se trata de una etapa sensible para el desarrollo de las habilidades sociales por lo que la timidez puede hacer que el niño pierda un tiempo precioso, que después será más difícil recuperar. De hecho, en algunos casos la timidez puede terminar desencadenando fobias sociales u otros trastornos psicológicos.

La timidez implica cierto grado de introversión en los contextos sociales, una falta de asertividad y un comportamiento retraído. Los niños tímidos muestran un patrón de conducta caracterizado por un déficit en sus relaciones interpersonales y tienen la tendencia a escapar o evitar el contacto social.

No obstante, se debe aclarar que la timidez no es, necesariamente, un problema, depende de si se convierte en un impedimento para que el niño se relacione con los demás. La timidez solo es un problema cuando limita las potencialidades del pequeño y le hace sentir mal.

Cómo actuar

Grandes escritores han sido personas muy tímidas. ¿Sabías que Agatha Christie solía esconderse en un armario cuando era niña para huir de las visitas y que Jorge Luis Borges prefería que un amigo leyera sus discursos en público?

Si tu hijo es tímido:

-No le fuerces a enfrentar situaciones sociales nuevas, es mejor que antes se sienta cómodo con las situaciones que ya puede manejar. Es conveniente que le plantees nuevos retos, pero sin agobiarle porque cada niño tiene su propio ritmo de aprendizaje y debemos respetarlo.

-No le ridiculices ni le hagas sentir diferente al resto de los niños, al contrario, explícale que la timidez es algo que le ocurre a muchas personas.

-Apóyale de manera incondicional, muestra comprensión y confía en sus capacidades. El niño debe saber que sus padres le aman y aprecian por quién es, no a pesar de quién es.

-No le des una importancia excesiva al problema ya que ello podría representar una fuente de tensión adicional para el niño.

-No permitas verbalizaciones negativas sobre sí mismo, como ‘no sirvo para nada’ o ‘nunca podré hablar en clase’, en su lugar, explícale que se trata de ideas exageradas y que un problema en un área no significa que tenga menos valor en otras. Resalta siempre sus características positivas.

-Ayúdale a enfrentar las situaciones nuevas que representan un desafío, pero sin caer en la sobreprotección. El objetivo no es hacer las cosas en su lugar, sino disminuir el nivel de ansiedad para lograr que el niño se sienta cómodo y pueda superar la timidez.

-Elógiale cada vez que logre sobrepasar alguna de sus barreras y afronte con éxito una situación social, por pequeña que sea. De esta forma no solo le estarás motivando sino que le estarás indicando que va en la dirección adecuada y que es posible vencer la timidez.