Opinión | Plaza pública

Gloria Moya

¿Insensatez? ¿Desatino? ¿Tropelía?... en La Manga

Esta sufrida zona de nuestra Región podría ser un 'antiejemplo' de las perniciosas consecuencias que las irresponsables acciones humanas consiguen…

Foto facilitada por Olga Moya.

Foto facilitada por Olga Moya.

¿Qué lleva a un director de un centro público a mandar podar un seto compuesto en su totalidad por ejemplares de ‘Tetraclinis articulata’, especie protegida por su riesgo de extinción, y que los de aquí, los de esta esquina del sureste español, son únicos en Europa? Se supone que el director de un Instituto de Enseñanza Secundaria como es el I.E.S. Las Salinas del Mar Menor de La Manga, o de cualquier otro, debe reunir una serie de características indispensables para el ejercicio de su cargo. Esos rasgos pasarían, entre otros, por ser cumplidor de la ley; ser ejemplo de actitudes, de educación y de respeto hacia profesores, padres y alumnos; tener capacidad para transmitir conocimientos; ser respetuoso con el medioambiente; mostrar igualdad de trato hacia todos los integrantes de la comunidad y educación hacia el prójimo, además de no tener ningún afán por beneficiarse en provecho propio o de su entorno, ser transparente en las cuestiones económicas, administrativas y de gestión... y podría seguir.

Ese cargo, el de ser el máximo representante de la Administración educativa en un centro de secundaria, va acompañado de un salario bastante superior al de los demás profesores. ¿Y qué sucede cuando hay gente que ostenta esa responsabilidad y toma decisiones al margen de la comunidad educativa que afectan al centro enormemente? Pongo un ejemplo: una de las peculiaridades curiosas de este instituto es que hay más profesores en el departamento de tecnología que en el de materias instrumentales con mayor carga horaria para el alumnado, como pueda ser el departamento de Lengua y Literatura. Curioso, ¿verdad?

Pero volvamos a la poda salvaje que se ha hecho en el centro y de la que el Seprona ya está informado. Para perpetrar esta tropelía se esperó a las vacaciones de Semana Santa. Cuando se reanudaron las clases, el panorama desolador que se contemplaba dejó anonadada a la comunidad educativa y a quien pasase por allí, ya que la masa verde de los más de cien ejemplares de Tetraclinis, plantados hace unos veinticinco años, había desaparecido. Además, estos árboles daban sombra al alumnado en los tórridos recreos del buen tiempo y hacían de cortavientos, ya que la propia ubicación geográfica del centro hace que la furia de los vientos sea eso, furia. Los árboles regalaban su protección.

El director ha dicho que pidió permiso para ello, pero no consiente informar acerca de los argumentos que esgrimió para que se lo dieran, ni dar el nombre de la persona que firmó ese papel, lo que hace que se tengan serias dudas acerca de la veracidad de esa afirmación. Presuntamente, esta tropelía se ha pagado con dinero público, y público y transparente ha de ser quien la hizo posible, ya que alguna responsabilidad se tendrá que depurar tras este agravio al medioambiente.

Esta sufrida zona de nuestra Región, que linda con el Mar Menor, podría ser un antiejemplo de las perniciosas consecuencias que las irresponsables acciones humanas consiguen…

Nuestros ojos, en veinticinco años por lo menos, no volverán a contemplar ese hermoso seto abrazando la valla. Si algún ejemplar se recupera, no volverá a tener la misma forma, ni el mismo porte, ya que se han podado por la copa. Desatinos, disparates, tropelías que recaen sobre una comunidad, por la decisión, en este caso, de algún irresponsable.

R.I.P. por la identidad y fisonomía de un querido instituto junto al mar. 

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