Espacio abierto

Piedras contra la igualdad

Tenemos motivos para preocuparnos. Se ponen en marcha en nuestro país medidas similares a las aplicadas en países como Hungría o Polonia, que nos espantaban, pero que no creíamos que fuéramos a sufrirlas en España. Vemos caer una lluvia de piedras contra la igualdad

Ilustración de Enrique Carmona.

Ilustración de Enrique Carmona.

Colectivo de Mujeres por la Igualdad en la Cultura

La violencia de género es el terrorismo cotidiano que no cesa. Sin embargo, en estas últimas elecciones, el inexistente terrorismo de ETA ha sido introducido en campaña, a martillazos, por los partidos de derechas, los mismos que niegan el terrorismo machista, que mata a una media de una mujer por semana. Y ese terrorismo se quedará sin recursos para ser eliminado, porque se le ha borrado el nombre: ya no existirá la violencia machista, una violencia específica en contra de las mujeres. A partir de ahora será un tótum revolutum que se llamará ‘violencia intrafamiliar’, por llamarse algo. Involuciones sociopolíticas que se hacen más presentes cada día y contra las que tendremos que luchar los próximos años. El avance reaccionario quiere hacer desaparecer derechos que creíamos inamovibles. Esto demuestra que nada es inmutable, que la lucha feminista era imprescindible y lo será aún más de ahora en adelante. 

Cuando nos decían: «¿qué quieren las feministas, si ya lo tienen todo?». Pues no, no lo teníamos todo y siempre hemos sabido que estábamos a un paso de perder los avances conseguidos. Es terrorífico constatar con qué rapidez se pierden logros imprescindibles.

Hay noticias más que alarmantes en ese sentido. Tras las elecciones, las primeras medidas de los gobiernos de coalición reaccionarios anticipan un retroceso histórico en los derechos de las mujeres y del colectivo LGTBI, que se quedan sin departamentos específicos que pongan en marcha políticas frente a las violencias machistas o que luchen contra la discriminación. Y por supuesto, se ha retirado de los ayuntamientos la bandera arcoíris, ese símbolo de igualdad. Bruselas da una advertencia a PP y Vox tras expresar estos su pretensión de prohibir las manifestaciones y concentraciones contra la violencia machista cada vez que se produzca un asesinato. 

Con esta medida acabarían de un plumazo con dos principios constitucionales básicos: el de igualdad y el de libertad de expresión. Ha tenido que venir Bruselas a recordarles que «las manifestaciones pacíficas son un derecho fundamental en todos los países democráticos». Cuando ya creíamos que habíamos puesto las bases para seguir evolucionando, nos atrapa el pasado más cavernario.

En esa cruzada contra el feminismo, que ha sido uno de los ejes de campaña de los partidos reaccionarios, siete grandes ayuntamientos (Huelva, Valladolid, Burgos, Talavera de la Reina, Toledo, Elche y Orihuela), pactados entre PP y Vox, han eliminado las concejalías de igualdad. Sabemos que la igualdad no se conseguirá a menos que reciba el impulso institucional a todos los niveles: nacional, regional y local. Las concejalías de igualdad dejarán de existir. A cambio tenemos cultura en manos de toreros, promocionando la tauromaquia y la caza.

En Murcia, durante el tradicional desfile del Orgullo LGTBI este pasado fin de semana, la artista Rocío Saiz, en cuya performance mostraba el pecho, fue obligada por un policía municipal a cubrirse bajo amenaza de salir esposada. Como no hay ninguna prohibición contra este tipo de espectáculos, el policía ha sido expedientado 48 horas después por extralimitarse en sus funciones, pero está claro que el clima reinante de acoso y censura le ha empoderado en su papel de guardián de la moral. Mucho nos tememos que no será este un caso aislado.

Como tampoco será un caso aislado el de una residencia de estudiantes de Málaga, donde ha aparecido un cartel que advierte sobre una ‘epidemia homosexual’, anima a unirse al ‘mes de la caza’ y ofrece veinte euros «por cada enfermo capturado». La rigidez mental de los votantes de derecha se siente amenazada por expresiones de sexualidad diferentes, y reaccionan con violencia. No sirve de nada recordarles que nadie obliga a nadie a ser homosexual, sin embargo, ellos sí que están dispuestos a obligar a todo el mundo a ser heterosexual.

Vox es un partido ultramontano, pero el PP presumía de cierta modernidad: está en el pacto institucional contra la violencia de género, tiene en sus filas a Maroto, encargado de un pinkwashing de futuro incierto con este panorama y Feijóo debutó como líder con un perfil moderado. Estaban fingiendo, porque a Vox no le ha costado nada hacer bascular el tablero y llevarse al averno ‘ultra’ a un PP que se decía avanzado y europeísta. Ojalá ese desequilibrio, puesto en evidencia tras las últimas elecciones, sirva de reflexión a la ciudadanía para las próximas.

Eso en nuestro país. Pero desde países vecinos nos llegan noticias igual de preocupantes, o más, si cabe: el ejecutivo ultraderechista italiano de Giorgia Meloni ha iniciado una lucha particular contra las familias no normativas. Desde el Ministerio del Interior italiano se ha ordenado a los alcaldes que dejen de registrar a los hijos de parejas homosexuales. En Padua se ha dado una vuelta de tuerca a esta medida infame e inhumana, y se ha aplicado a niños y niñas que nacieron y fueron inscritos desde el año 2017 hasta el presente. Más de treinta familias han recibido la notificación de que deberán eliminar el nombre de la madre no biológica en el caso de familias de lesbianas con hijos. Estas madres perderían todo derecho sobre sus hijos e hijas, que dejarían de llevar su apellido. Y lo hacen esos que dicen defender a las familias.

Tenemos motivos para preocuparnos. Se ponen en marcha en nuestro país medidas similares a las aplicadas en países como Hungría o Polonia, que nos espantaban, pero que no creíamos que fuéramos a sufrirlas en España. 

Vemos caer una lluvia de piedras contra la igualdad.

Suscríbete para seguir leyendo