Lo veo así

Carlos Collado, justo reconocimiento

Carlos Collado, en la Asamblea Regional.

Carlos Collado, en la Asamblea Regional. / La Opinión

Pity Alarcón

Pity Alarcón

Llegué a Murcia un mes de junio de 1983, para dirigir el entonces llamado Centro Emisor del Sureste de RNE, en esta comunidad. Una tierra que llamó mi atención porque comenzaba a caminar por la autonomía (Hacia un año que había entrado en vigor la Ley Orgánica 4/1982, de 9 de junio, del Estatuto de Autonomía para la Región de Murcia) con una gran ilusión, con una gran fuerza. Una fuerza impulsada por aquellos que habían puesto todo su anhelo para hacerla posible.

Los directores de RNE y TVE (ignoro como será ahora), cuando arribaban a su nuevo destino visitaban a las primeras autoridades del lugar. Una manera de tomar contacto con aquellos que marcaban el ritmo. Así es que, tras mi visita al presidente de la comunidad, Andrés Hernández Ros, pedí cita con la segunda autoridad en importancia de la región, el presidente de la Asamblea Regional que, en este caso, era Carlos Collado. Y me encontré con un hombre seductor, con un hombre culto, con una persona educada, con alguien con el que era un placer hablar. Quizás porque, como todas las personas educadas, supo disimular su agenda de trabajo, dedicándome un tiempo en el que fue posible charlar de muchas cosas, dejando en mí la sensación de que era alguien de quien aprender.  

Sí, me atendió durante más tiempo del que yo esperaba. Un tiempo que hizo que le tomase una especial simpatía que, pasados los años, se convirtió en cariño y amistad, y un profundo respeto hacia su saber estar, porque después de aquello, tuvimos muchas ocasiones de hablar: fue elegido presidente de la comunidad, casi a la vez que me nombraban directora de TVE en la región. Y jamás olvidaré un día en que alguno de sus asesores se quejó de mi (al parecer no era tan sumisa como quería), porque no habíamos dado una información del presidente que estimaba importante. Collado me sacó el tema, con esa cortesía que siempre valoré tanto. Y recuerdo que le argumenté la poca entidad del acto y mi certeza de que un presidente no debe de salir en informaciones de poca importancia. Recuerdo que me miró y me dijo, «gracias por tu explicación y gracias por tu interés», para continuar: «y no hagas caso de lo que te digan algunos de los que están a mi lado. Ellos lo hacen con buena intención, pero quien sabe de esto eres tú». 

Ese es Carlos Collado, ese es el recuerdo, entre otros, que tengo de este profesor de Filosofía como presidente de la Comunidad Autónoma de Murcia. Por esta, y otras cosas como esta, le profeso un enorme cariño y un profundo respeto. Por esta, y otras cosas como esta, hoy me siento profundamente feliz por poderles hablar de la concesión de la Medalla de Oro de la Región de Murcia al expresidente. Porque él dignifica ese reconocimiento. Y si me permiten la expresión, la hace más importante, si es que esto es posible. Quizás, porque dirigentes como Collado ennoblecen el ejercicio de la política: no tiene nada en común con la del insulto y la descalificación. La política zafia y de mal estilo que parece afectar a tantos. Esa política que no tiene que ver con las ideas y si con la falta de respeto a las de los demás, con la manera de entender la vida. 

Hay quienes atribuyen a Giulio Andreotti (político y periodista italiano), la expresión ‘manca finezza’, cuando quería descalificar a algún político por su comportamiento carente de cierta ‘finura’. Y se hizo tan popular porque esa expresión engloba un comportamiento inteligente. Cierta sutileza en el trato. Discreción y, por supuesto, elegancia. Junto a un acentuado sentido de la oportunidad para saber lo que hacer en cada momento. 

Adreotti, jamás hubiese dicho de Carlos Collado ‘manca finezza’. Seguro que no. 

Felicidades, profesor.

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