El prisma

De las elecciones locales a las generales: ¿Qué tramas, Sánchez?

Apenas habíamos salido de las elecciones autonómicas y municipales y va Sánchez y nos endilga unas generales a dos meses vista, un gesto de crueldad acorde con la arquitectura moral del personaje

Pablo Molina

Pablo Molina

Las elecciones autonómicas y municipales han supuesto un tremendo varapalo para la izquierda, un hecho positivo para el presente y el futuro de la sociedad española, que lleva cuatro años sometida a un enorme estrés democrático. Es el ciclo de la vida (política), según el cual los partidos ocupan y dejan el poder por métodos pacíficos, que no otra es la virtud de la democracia como sistema político. Es lo que ocurre en todos los sitios excepto en Murcia, donde parece imposible que algún día gobierne el PSOE a tenor de lo que viene ocurriendo en los últimos treinta años, una situación que convierte a nuestra región en una anomalía espaciotemporal, similar al vórtice andaluz, el otro territorio español donde un partido se enseñoreó durante décadas de las instituciones sin que su rival acertara a dar con la clave de la victoria por más dura que fuera la situación del partido gobernante a escala nacional.

Sea como fuere, apenas habíamos salido de las elecciones autonómicas y municipales y va Sánchez y nos endilga unas generales a dos meses vista, un gesto de crueldad acorde con la arquitectura moral del personaje, que va a obligar a los ancianos a ir a votar a los colegios públicos (es decir, sin aire acondicionado) en pleno verano, con lo que eso lleva consigo especialmente en el sur. Lo están advirtiendo grandes comunicadores de las televisiones del PP sin que sus denuncias encuentren el eco necesario, tal vez porque el drama de votar con calor se reduce mucho simplemente yendo al colegio electoral bien temprano o a última hora de la tarde, un alarde de sagacidad que a los denunciantes se les ha pasado por alto.

Las elecciones locales han sido un plebiscito sobre Pedro Sánchez, porque así lo planteó su persona a lo largo de la campaña electoral: He ahí los resultados. Pero el mensaje no ha sido suficientemente claro, y el presidente quiere que le hagamos un ‘double check’ en las elecciones generales del próximo 23 de julio, convertidas en una segunda vuelta presidencial al modo de las repúblicas con sistema electoral mayoritario. Habrá que ir a votar, claro, porque él exige claridad en el mensaje, y nuestra obligación como ciudadanos comprometidos con la democracia es proporcionárselo.

¿Cambiarán los resultados respecto al 28-M? Es muy posible, porque en unas elecciones generales se ventilan asuntos que exceden la gestión de la política local, pero mucho tienen aumentar los apoyos al PP si Feijóo quiere llegar a La Moncloa. Con los mismos votos que ha sacado el PP en las autonómicas, sencillamente, no le llega para mandar.

Esa debe ser también la hipótesis que maneja el astuto Sánchez, dispuesto a reeditar su gobierno de retales y de negociar apoyos parlamentarios en los predios más alejados de la zona ecuatorial de la política para seguir en el poder, en última instancia lo único que realmente le preocupa.

En lo que respecta a Murcia, el partido que ganó las últimas generales fue Vox, con diez mil y veintitrés mil papeletas por encima de PP y PSOE respectivamente. Será interesante verificar si la relación de fuerzas se mantiene o los populares acaban imponiéndose por aplastamiento. En este último caso, la presidencia de Feijóo quedaría alfombrada. 

Si los resultados se mantienen en toda España, Sánchez volverá a reeditar un experimento de Gobierno que, a tenor de cómo ha salido el anterior, puede ser un auténtico espectáculo. La clave estará en si PP y Vox llegan rápidamente a acuerdos en las comunidades y ayuntamientos donde les da para gobernar o montan otra bronca como en 2019. Ganas no les van a faltar.

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