Limón&Vinagre

La estrella caída de la Fox

El expresentador  de Fox News Tucker Carlson.

El expresentador de Fox News Tucker Carlson. / Brian Cahn / Europa Press

José María de Loma

José María de Loma

Irak es un sitio de mierda, lleno de monos iletrados, no siento compasión por ellos ni por su cultura que no usa papel higiénico ni tenedores. Esta es una de las frases que, a lo largo de su carrera televisiva, ha pronunciado en directo Tucker Carlson, que no tiene espectadores. Tiene militantes. Tiene fieles. Adictos. Tres millones cada noche. Hasta ahora. Es el gran gurú de los conservadores. Usa un estilo bravucón entremezclando juicios, opiniones e información y Trump le hace mucho caso. Marca agenda.

Su marcha de la Fox ha sido abrupta, un terremoto mediático, una sacudida. Se fue a la francesa, él que es tan americano. Pero los medios estadounidenses relacionan lo que ha podido ser un despido con la reacción de las empresas que organizan los recuentos en Estados Unidos y que han demandado a la Fox por los comentarios de Carlson sobre las últimas elecciones presidenciales americanas, que siempre y machaconamente tildaba de pucherazo contra Trump. Toda la broma judicial le habría costado ya a la compañía televisiva más de setecientos millones.

A tan singular presentador, californiano, deslenguado, ligeramente atildado, ferviente partidario de la idea de que «los negros son unos vagos» no le están faltado las ofertas. Entre ellas la de RT, la televisión rusa que emite en varios idiomas para todo el mundo y que está considerada como la voz del Kremlin.

Carlson espolea y levanta de los asientos, saca del muermo, sacaba, cada noche a toda su audiencia blanca, castiza, conservadora y trumpista. Les insuflaba ánimos y les daba argumentos. Algo así como si nuestras cadenas ultras con tertulias de madrugada tuvieran audiencias masivas. Claro que aquí también tenemos predicadores de lengua rápida y facilidad para el insulto. La diferencia es que aquí madrugan en lugar de trasnochar.

Tucker Carlson, de 54 años, es hijo de un embajador en las Seychelles que también fue radiofonista y presentador de noticias, estudió Periodismo y completó un máster en Historia; tiene cuatro hijos y escribió en numerosos periódicos y revistas antes de dedicarse a la televisión, iniciándose en la CNN. La Fox lo fabricó como líder, lo forjó como presentador. Está por ver que pueda llevarse su audiencia a otro sitio o si es la Fox la que impone su marca y estilo con un nuevo presentador. Su fortuna se calcula en 300 millones de dólares y posee más de una decena de casas. Escupir veneno puede ser muy lucrativo.

«Negacionista»

Cada noche, «los canadienses son nuestros primos subnormales», Carlson sacaba una gran ventaja en audiencia a su rival progresista de la CNN y llevaba trabajando en la compañía de Murdoch desde 2009. No se cree el cambio climático, estima que George W. Bush no es un conservador verdadero y está a favor del matrimonio gay porque «puede civilizarlos».

Nuestro protagonista recibe amenazas de muerte como quien recibe felicitaciones de Navidad. No son pocos los parabienes que obtiene, claro. Carlson es un ejemplo de la promiscuidad entre la política y el periodismo. Es Dios para los feligreses de la Fox, que es su gran y sagrada Iglesia. Carlson es, reconozcámoslo también, el sueño húmedo de muchos periodistas: hacerte millonario con tu profesión. E influyente. Famoso. Y escuchado de verdad. Hasta Biden ha hecho chistes sobre él en la cena de corresponsales este pasado fin de semana: «Los de la Fox han venido porque con el dinero que les ha costado todo lo de Carlson no pueden desaprovechar una comida gratis».

No pocos estiman que la ausencia mediática, que podría no ser tal, de Carlson en la precampaña electoral, podría restar posibilidades a Trump aunque no sería descabellado barruntar que esto pudiera ser sobrestimar al periodista. Una vez se definió como «la persona más de derechas que conozco», pero ahora, enrabietado por su salida del canal televisivo y tras guardar unos días de silencio, opina que EEUU va directo a un régimen de partido único. Él hubiera querido que fuera el conservador. No sabemos a cuál se refiere.

Carlson ha llevado un mensaje antisistema al corazón mismo del sistema, del debate político. El supremacismo, «los progres que nos obligan a comer insectos», «los charlatanes que nos llenan esto de inmigrantes», «el oprimido hombre blanco», la burlada nación americana… todo hasta lograr (no solo él, claro está, que a veces solo es altavoz) que la democracia en Estados Unidos sea hipertensa.

Tucker Carlson, el hombre que puede decir lo que le dé la gana en televisión. Salvo una cosa: «Buenas noches; esto es la Fox».

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