Tribuna Libre

No es normal

En una sociedad en la que nuestra percepción de la realidad tiende a ser hedonista y nihilista, el sufrimiento es uno de los sentimientos más ocultado, y cuando nos enfrentamos a una de sus manifestaciones de manera repetitiva, simplemente lo racionalizamos

Juan Blázquez (Secretario de Salud Laboral de CCOO Región de Murcia)

Nos indica la RAE que normalizar es «hacer algo que se estabilice en la normalidad», es decir, que se convierta en habitual, ordinario, sirviendo de norma o regla. El ser humano tiene la capacidad de adaptarse a cualquier circunstancia con la única finalidad de sobrevivir, y lo consigue a través de la adaptación. 

En una sociedad en la que, mayoritariamente, nuestra percepción de la realidad tiende a ser hedonista y nihilista, el sufrimiento es quizá uno de los sentimientos más ocultado, y cuando nos enfrentamos a una de sus manifestaciones de manera repetitiva, simplemente lo racionalizamos, dándole categoría de hecho consustancial a nuestra vida. Con la siniestralidad laboral actuamos de ese modo. 

Plantearnos como propio el dolor que desgarra a personas o familias ante la trágica pérdida de un ser querido, que un día normal marchó a realizar su trabajo con normalidad y no regresó, resulta tan cruel, tan inhumano, que al final optamos por normalizar la muerte en el entorno laboral.  

Pero….no es normal que en la Región de Murcia en 2022 siete personas murieran por una caída de altura; no es normal que otras siete personas murieran por atrapamiento; no es normal que quince personas murieran por un infarto o un derrame cerebral; no es normal que catorce personas murieran en un accidente de tráfico; porque morir en el trabajo no es normal. 

El pasado año, con el registro más trágico en décadas por fallecidos en accidentes laborales, apartó de nuestras vidas a cincuenta y una personas que deberían haber regresado a su hogar con normalidad. 

En jornada de trabajo 17.604 hombres y mujeres sufrieron un accidente, de ellos 75 lo fueron con carácter grave. En el desplazamiento al lugar de trabajo o regresando del mismo, 2.453 tuvieron un accidente considerado en itinere, de los que 18 se calificaron como graves.

De estos últimos tenemos constancia de doce accidentes de tráfico, que afectó a trabajadores agrícolas, mayoritariamente migrantes, utilizando vehículos conducidos por los propios jornaleros, acumulando a la fatiga propia de una dura jornada de trabajo, la de trasladar a sus compañeros hasta sus domicilios. Resultado: 6 muertos y 75 heridos.

Las estadísticas, cifras asépticas al fin y al cabo, nos informan de los accidentes que se denuncian, detectan y registran, categorizando y segmentando los mismos para una posible interpretación. Pero existen daños colaterales que no se miden y en consecuencia «no existen», aquellos afectados que eufemísticamente, y en otro rango, se denominan ‘efectos colaterales’ o ¿Acaso no son víctimas los compañeros y compañeras de trabajo que ven como desaparece definitivamente de sus vidas un ser humano? ¿No son víctimas los familiares cuyo proyecto vital gira drásticamente a nivel económico, afectivo y que llegan a afectar considerablemente la salud mental? Ellos son los invisibles.

Las campañas realizadas, con gran resultado, en relación a los accidentes de tráfico, y que han conseguido reducir drásticamente el número de víctimas que dejan su vida en nuestras carretas, han marcado una línea a seguir para interiorizar que la prevención, así como la inversión en la misma, son fundamentales para evitar la absurda pérdida de vidas en el entorno laboral.

La Ley de Prevención de Riesgos Laborales, 31/1995, de 8 de noviembre, en su artículo 14 especifica que «En cumplimiento del deber de protección, el empresario deberá garantizar la seguridad y la salud de los trabajadores a su servicio en todos los aspectos relacionados con el trabajo». 

Invertir en prevención laboral se materializa en vida, en proteger la de aquellas personas que cada día hacen posible el desarrollo de la actividad económica. En los balances empresariales no debe considerarse como un gasto, sino como otro activo que ha de redundar en mejorar el riesgo reputacional de esa entidad, que dota a los trabajadores de un entorno seguro y saludable.

Por todo ello y con la intención de recordar, reflexionar y reivindicar, convocamos a todas las personas de esta región a unirse a las concentraciones que el viernes 28 de abril, Día Mundial de la Salud y la Seguridad en el Trabajo, tendrán lugar a partir de las 11:30 frente a la sede de la Croem y a las 12.00 frente al Palacio de San Esteban.

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