La Feliz Gobernación

Ballesta bajo palio

"No parece fácil colocar estratégicamente en dobles y triples hileras a lo largo del recorrido a militantes activos del PP o que éstos copen terrazas enteras al paso de la procesión"

José Ballesta.

José Ballesta. / Juan Carlos Caval

Ángel Montiel

Ángel Montiel

Ahí va José Ballesta el Viernes Santo en la procesión de los salzillos. En representación del Grupo Municipal del PP, junto a otros concejales, avanza al ritmo que marcan los mayordomos, es decir, sin prisa, pero sin pausa. Y a cada paso se va extendiendo la manta de aplausos que le dedica la mayoría de los espectadores desde tribunas y terrazas. Parece que él procura no sobreactuar, mantenerse impávido cual penitente, pero como si no quisiera resultar descortés de vez en cuando cabecea a la japonesa como agradecimiento e incluso envía besitos a la grada. Las imágenes de Salzillo, por la materia de que están hechas, no replican al fervor popular, pero Ballesta, humano a fin de cuentas, reacciona discretamente al sonoro halago.

Dicen sus adversarios políticos que se trataba de un número organizado, pero analizando los vídeos que corren por ahí cuesta creer que así sea. No parece fácil colocar estratégicamente en dobles y triples hileras a lo largo del recorrido a militantes activos del PP o que éstos copen terrazas enteras al paso de la procesión. Más lógico sería considerar que esta manifestación resultó espontánea, y esto es lo que debería preocupar a los adversarios de Ballesta. Debería preocuparles incluso si se tratara de un montaje, pues sería prueba de una gran capacidad de organización.

Menos mal que el suceso tuvo lugar en la procesión del Viernes Santo, pues de haber sido en la del Resucitado la metáfora estaría hecha.

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