El prisma

¿Corrupción?¿Qué corrupción?

Pedro Antonio Sánchez fue alcalde del PP en Puerto Lumbreras, pero poco más. Esa es la información que recibieron los espectadores de la televisión autonómica el día de autos y no vamos a ser nosotros los que cuestionemos la línea editorial de este medio, cuya acrisolada independencia podría servir de modelo de estudio en las cátedras de Ciencias de la Información más exigentes

Pablo Molina

Pablo Molina

La Audiencia Provincial ha condenado a un tal Pedro Antonio Sánchez a tres años de cárcel y 17 de inhabilitación por un expediente administrativo tramitado hace nada menos que 18 años, que ya son ganas de escarbar. Investigando este asunto, resulta que Sánchez (este Sánchez; no el otro) fue alcalde de Puerto Lumbreras por el Partido Popular y fue allí, precisamente allí, donde se llevaron a cabo los enjuagues contractuales por los cuales ha resultado finalmente empitonado.

En el PP murciano nadie lo conoce. Es decir, a los dirigentes actuales su cara les suena de algo, pero son tantos los cargos electos en este partido que es imposible ubicar a cada uno en el sitio correspondiente. Por tanto, sí, Pedro Antonio Sánchez fue alcalde del PP en Puerto Lumbreras, pero poco más. Esa es la información que recibieron los espectadores de la televisión autonómica el día de autos y no vamos a ser nosotros los que cuestionemos la línea editorial de este medio, cuya acrisolada independencia podría servir de modelo de estudio en las cátedras de Ciencias de la Información más exigentes.

Hay quien sostiene incluso que el tal Sánchez fue alguna vez presidente de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, pero es un dato sin contrastar. En apoyo de esa tesis se esgrime la existencia de vídeos de apoyo de la plana mayor del PP, que en las redes sociales se agruparon en torno a la etiqueta #YoConPedroAntonio justo cuando el cerco de la Justicia se estrechaba y la dimisión parecía inevitable. Ahora tampoco se acuerdan de esos mensajes de apoyo entusiasta, alguno de ellos envuelto en una emotividad vergonzosa en una persona adulta. Solo falta que salgan diciendo que eso fue cosa del becario que lleva las redes sociales del partido, lo que constituiría el estrambote más adecuado a esta farsa en que se ha convertido la política regional.

Pero hay más datos que sugieren que la figura de Pedro Antonio Sánchez fue la referencia política del PP durante años. Su sucesor a título de presidente tuvo unas palabras conmovedoras sobre Sánchez hace bien pocos meses, al comienzo de su discurso en el congreso bolivariano del PP de Murcia en el que salió elegido por aclamación, bien es cierto que después de desactivar a la alcaldesa que se atrevió a postularse como su rival. Saquen el moquero: «Hoy presento mi candidatura para seguir presidiendo el Partido Popular de la Región de Murcia, desde el orgullo (sic) de saber de dónde venimos. Con la satisfacción de haber aprendido de los mejores (sic). Hoy no puedo dejar de recordar a Pedro Antonio Sánchez». Y ya no pudo seguir porque la emoción lo ahogaba, momento en el cual los presentes prorrumpieron en un fuerte aplauso. ¿Es para llorar o no es para llorar? Claro que lo es.

Sin embargo, repasando las imágenes se puede comprobar que la emoción en el recuerdo a PAS no es unánime. Hay muchos compromisarios que miran hacia otro lado y no aplauden. Si fuera una plaza de toros no se hubiera concedido la primera oreja, eso seguro. Igual es que no conocían al tal Sánchez al que se estaba refiriendo el presidente, vaya usted a saber.

Pero en lo que sí hay unanimidad es en afirmar que aquí no hay corrupción. Hay algún caso puntual de un alcalde que se despistó hace 18 años y firmó algún contrato de más, pero eso son cosas del día a día; nada que interpele políticamente a la plana mayor de un partido que pronto va a cumplir treinta años en el poder. Circulen, aquí no hay nada que mirar.

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