Así somos

Pantallas pequeñas ¿mentes pequeñas?

José María Martínez Selva

La pandemia de covid-19 sirvió para acelerar la implantación del teletrabajo. Muchas personas y empresas lo prefieren y en un futuro próximo se espera que una buena parte de los empleos se desempeñen casi totalmente a distancia. El impacto de este crecimiento es motivo de estudio para investigadores y responsables de recursos humanos de empresas de todo el mundo.

A las ventajas de la comunicación instantánea, sincrónica, de las nuevas tecnologías, se unen procedimientos que permiten trabajar en grupo, sin contacto físico, y explorar así innovaciones o nuevos productos y servicios. La videoconferencia ha pasado a adquirir una gran relevancia en el trabajo a distancia. Bendecida por muchos, por necesidad o adicción, como una forma de ahorrar tiempo y recursos, otros las odian por sus muchas limitaciones en comparación con los encuentros en persona. Es lógico preguntarse quiénes tienen razón, si los tecnoadictos, los pragmáticos o los tecnófobos Melanie Brucks y Jonathan Levav, investigadores basados en sendas universidades de Nueva York y California, han encontrado una desventaja importante en la videoconferencia: las reuniones telemáticas disminuyen la producción de ideas creativas, lo que perjudica, por ejemplo, a la hora de abordar el desarrollo de productos o de resolver problemas. Primero llevaron a cabo un estudio de laboratorio con 620 voluntarios, ampliado en una segunda fase a reuniones en una empresa real con 1.490 empleados en cinco países diferentes, con encuentros tanto telemáticos como cara a cara. Se les planteaba la tarea de encontrar soluciones creativas a una cuestión relacionada con su trabajo.

Descubrieron además que se debía a un problema de atención excesiva a la pantalla, pues durante la reunión virtual tendían a ignorar otros elementos presentes en la sala donde interactuaban con sus colegas. Cuando la reunión es a distancia, la concentración excesiva en la pantalla acapara o roba toda la atención y limita la que se presta a otros aspectos. Cuando la reunión es cara a cara, la mente se ocupa en otras cuestiones, además de atender al interlocutor, lo que parece contribuir a la variedad y creatividad de las soluciones aportadas. Confirmaron estos resultados estudiando con instrumentos que examinan la dirección de los movimientos de los ojos, que indican con precisión hacia dónde se dirige la mirada. En las reuniones virtuales, con menos aportaciones y resultan ser menos creativas, se mira más a la pantalla y al interlocutor. Descartadas otras explicaciones, concluyeron que la restricción del campo visual al que se atiende pone también límites al pensamiento creativo. Un tanto a favor de quienes odian las videoconferencias.

Hay sin embargo una ventaja de las reuniones virtuales y es que llevan a mejores resultados cuando su objetivo es decidir qué idea es la más adecuada o cuál es el mejor curso de acción. Se deduce que no se debe condenar directamente a las videoconferencias. Lo mejor, cuando se pueda, parece ser recurrir a la reunión física, cara a cara, para abordar creativamente cuestiones que surjan en el trabajo en equipo y reservar las reuniones virtuales para elegir un proyecto, una idea o una solución. Lo mejor es, como habrán sospechado, utilizar el recurso más apropiado para la tarea a realizar.

Estos hallazgos se relacionan con dos formas de pensar y actuar: buscar y encontrar. La primera requiere considerar diferentes perspectivas. La segunda simplemente valorar lo adecuado o no de lo que se tiene delante. Mejor el encuentro físico para la primera y el virtual para la segunda. Los recursos parecen ser buenos o malos según y para qué se empleen. Todo un empate real y virtual.

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