El Prisma

AVE y comunicaciones ferroviarios: cartuchos de fogueo

J. L. Vidal Coy

J. L. Vidal Coy

Hay que recordar, mientras llega el AVE soterrado a Murcia Del Carmen, que está clarísimo que la culpa de todo la tienen los socialistas. Incluyendo esa ‘isla ferroviaria’ que los de siempre aseguran que es la Región. Qué mayor prueba que la conspiración aislacionista empezó el 31 de diciembre de 1984 con la supresión de la conexión férrea con Baza (y Granada) ocurrida cuando Felipe González llevaba dos años en La Moncloa. Después, empezó a primar la rentabilidad sobre la vertebración del territorio y la utilidad social.

Desde entonces, todo lo ocurrido en la difícil relación del tren con la capital del Segura debe ser achacado a esos chicos (ya creciditos) del PSOE, según algunos. La osadísima pirueta argumental es de tamaño elefantiásico. Pretende hacer ignorar los muchos desaguisados cometidos en ese terreno también por el otro partido que ha gobernado en solitario en España desde la caída de la UCD heredera del franquismo. Popular se autotitula.

Para éste, el AVE que llega está capitidisminuido porque tiene mucha parada, los tiempos de recorrido total son excesivos y llega años tarde. No hay istmo posible que una la isla al continente. Para sus opuestos socialistas, todo deriva del Pacto de San Esteban firmado en 2001 por José Bono, Eduardo Zaplana y Ramón Luis Valcárcel para que la alta velocidad viniera por Cuenca, Albacete, Alicante y Orihuela.

En medio queda la batalla del soterramiento en El Carmen, perdida por quienes gobiernan la Región y ganada por los vecinos del sur de la capital, apoyados por la izquierda en general. Desde ambas partes se obvia que aquellos pecados originales utilizados como munición contra el rival son superados de largo por la ocultación de la verdadera solución buena, bonita, barata en comparación y más sostenible: desdoblamiento y electrificación de la vía Albacete-Murcia-Cartagena. Sobre todo con la perspectiva abierta por la nueva variante de Camarillas en 2019.

Los costes económicos y el tiempo en acabar esa otra infraestructura son pelufa de caña comparados con la lenta y tediosa pelea sobre la llegada del AVE, sus colosales dispendios presupuestarios y el larguísimo desvío ‘turístico’ por varias provincias lejanas con meta en Madrid. Final que ha incluido otro rifirrafe sin sentido sobre si es la Estación de Atocha o la de Chamartín la que debe ser preferente.

Así, el cruce de acusaciones y autobombos con motivo de la ‘fecha histórica’ del 20 de diciembre suena de nuevo a disputas de patio de colegio por un caramelo que otros de la clase ya tienen. Se trata, al parecer, de pillar lo mismo que los demás: tren rapidísimo, aeropuerto internacional, autovías a go-gó, macropuerto en El Gorguel, etcétera (y el último, ya se sabe qué es). Aunque en el paquete de deseos se cuela algo de calado como la prolongación del corredor mediterráneo incluyendo la reconexión férrea con Andalucía.

La oportunidad que perdieron Albacete, Murcia y Cartagena fue la de haber dispuesto de enlace rápido y directo por Hellín. Se dirá que es tarde para lamentarlo y así es. Pero eso no quita para que se caiga en la cuenta de la disparatada planificación de infraestructuras, guiada más por la envidia entre vecinos que por el sentido común. Así que, en vez de quedar inaugurado este pantano que dijo el innombrable, habrá que ver qué nueva diatriba saltará a partir del lunes, cuando llegue el primer AVE, con Rey y presidente del Gobierno. De momento, la penúltima, surgida sobre la carestía o no de los billetes, quedará velozmente superada: no tiene suficiente enjundia para acaparar atención largo tiempo. Que nadie dude: pronto habrá otro claro motivo de ‘escándalo’ ferroviario para llenar los cargadores y disparar... cartuchos de fogueo. Y la peña, tan contenta, irá a tomarse las uvas en la Puerta del Sol. Ya lo dijo Paco Bernabé.

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