Las fuerzas del mal

El musical

Enrique Olcina

Enrique Olcina

Uno de los momentos de fino humor de la semana ha sido cuando me ha llegado un anuncio del programa cultural de Lorca. Para que se rían conmigo han de saber que en Twitter se añade la expresión ‘El Musical’ a cualquier situación extraña, absurda, ridícula o chocante, añadida a esa manía de Disney de hacer un espectáculo teatral de sus éxitos de dibujos animados. Por ejemplo: «La cena de Navidad. El Musical». Con esa expresión ustedes pueden ir revisitando todos los tópicos de su cena, la suya propia, de Navidad como si fuera, efectivamente, un espectáculo del que son a la vez, partícipes y espectadores. El número musical del familiar que siempre lo sabe todo, lo típico que han dicho que este año van a ser frugales y vuelve a sobrar comida, o el mensaje del rey que nadie ha visto.

Puede servir, referido a la última del Trasvase, con Pepe Vélez, Ximo Puig, Hugo Morán y el Consejo Nacional del Agua, con esa comedia de desencuentros y tragedia de errores que vuelven a condenar al PSOE a la casilla de salida en las próximas elecciones autonómicas en Murcia y a los agricultores del Levante a la lógica incertidumbre y al consiguiente cabreo, que podría ser «El trasvase Tajo-Segura, otra vez» y entonces ustedes añaden «El Musical». Aquí el número fuerte sería el dúo de alegría de Ximo y Pepe consiguiendo un acuerdo mientras que Hugo en contrapunto, que te lo imaginas con voz de bajo, que casi siempre señala a los malvados, desbaratando los planes de nuestros dos queridos ingenuos. Quien sabe si al final triunfarán el agua, el amor y la verdad, pero el mal ya está hecho.

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Imagínense que se abre el telón y en un escenario tienen de frente el hemiciclo de las Cortes y dándoles la espalda un alto estrado donde se sienta Meritxell Batet. Aquí está Cuca Gamarra como desvalida heroína frente al felón Sánchez. O al revés, el valiente galán Sánchez contra la pérfida, pero un poco torpe, villana. Como destacada secundaria estarían Irene Montero, obligada por las circunstancias a dar día sí y día también un número musical de discurso épico al estilo de «Los Miserables», a falta del ya clásico «Le voy a dar un dato, señor García Egea» y la presidenta del Congreso rompiendo la cuarta pared para explicarnos lo que sucede. ¿Se romperá el pacto de Gobierno? ¿Sobrevivirá Feijóo hasta las elecciones? En su cartelera está «Bronca en el Congreso: el Musical».

Lo malo del humor es que es como una rana, se puede diseccionar para explicarlo, pero la rana muere. Pero bueno, ahí vamos, a ver si se ríen conmigo y no se me muere la rana. La carcajada interior fue cuando, a través de redes sociales, se anunció, como si fuera un tuit «La casa de Bernarda Alba. El Musical».

Ojo, no he ido a verla, seguro que es magnífica y quienes han montado el musical y sus actores, son maravillosos, pero no he podido dejar de imaginarme el oxímoron de la apoteosis orquestal que todo musical ha de tener al final, con todos los personajes en el escenario, mientras Bernarda grita, en medio de la barahúnda, «¡Silencio, silencio he dicho! ¡Silencio!». Y no se porqué, una vedette emplumada del Follies se me ha colado en el cuadro lorquiano.

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