Óbito. Dudo que, si se hubiera muerto un rey nuestro, hubiera habido más repercusión en los medios españoles que con la muerte de Isabel II del Reino Unido. De acuerdo, es un personaje histórico, que ha estado 70 años en el trono, y que se ha ganado el respeto y el afecto de muchos de sus súbditos, pero es que nuestra reacción ha sido tremenda. No se ha hablado de otra cosa. Quizás es que aquí tenemos una cierta afición a esa familia, con sus cosas, algunas tan fuertes.

Otras cuestiones británicas. Lo que se ha dicho menos es que de ‘las cuatro naciones’, (así las llama la familia real británica) Inglaterra, Escocia, Irlanda y Gales, dos de ellas, Irlanda y Escocia, tienen actualmente gobiernos de partidos republicanos. El del primero quiere la reunificación de la isla irlandesa en un solo país, y el de los escoceses propugna independizarse y ha pedido otro referéndum. Por cierto, hay quien dice que se han llevado a la reina a que se muera en Escocia para dejar claro que aquello es del Reino Unido y siempre lo será, y siempre lo será. En cualquier caso, si ven algunos periódicos ingleses observarán que los más apenados son los mayores y que muchos de los más jóvenes pasan un poco de tanto dolor.

Tema del día. Una señora a otra, con la que está charlando mientras espera turno, en la cola de la caja del supermercado, pregunta. Oye, ¿Y la Megan vendrá al entierro?’

Buenos en los suyo. Dos jóvenes murcianos están triunfando, cada uno en su campo. El primero Carlos Alcaraz. Cuando escribo esto todavía no ha jugado la semifinal, pero lo que he visto de él esta semana ha sido alucinante. Qué manera de jugar al tenis, oiga. Un verdadero prodigio. En EE.UU. todos dicen que el mejor punto del Open de este año es uno del segundo set de Carlos y el italiano Sinner. Pura magia. Está en Youtube, véanlo, merece la pena. El segundo triunfador es el actor Jaime Lorente. Ha terminado una serie en la que hace de Ángel Cristo, el domador que se casó con Bárbara Rey, y una película, 42 segundos, que va de la actuación del equipo español de waterpolo en Barcelona 92. Y es un actor magnífico, en teatro y en cine.

Están aquí. En una terraza del club social cuatro hombres juegan al dominó y hablan del partido de Carlos Alcaraz. Llega otro que los escucha y dice: ‘Acabo de hablar con su abuelo, que me lo he encontrado en el paseo marítimo. Me ha dicho que es que su nieto es único, en el tenis y en todo’. (Todo esto ocurre en Los Urrutias, lugar donde ha veraneado siempre la familia Alcaraz y donde sigue haciéndolo, demostrando con ello una gran inteligencia).

Cine y series. He tratado de terminar de ver la serie Alma, pero, qué quieren que les diga, ni mi fidelidad a toda la producción española de cine y series me ha permitido avanzar en sus capítulos. Toda la parte de los espíritus y los fantasmas es infumable, en mi opinión, porque todo parece un recorte de esta o de aquella otra película. También lo he intentado con Diario de un gigoló, y es peor todavía, todo va de escenas de cama desprovistas de la mínima gracia –porno blando, que se llama -. O con Tne nest, esta inglesa, que tampoco me interesa porque se ve venir desde el principio todo lo que va a ocurrir. Esta semana les pediría que sean ustedes los que me recomienden a mí una serie, porque no doy en el clavo con ninguna. Estoy recurriendo a ver otra vez películas que ya he visto, algunas varias veces. (emoticono de rostro triste con lágrima).

Inaceptable. Un vecino me dice: ‘Qué escándalo y qué vergüenza lo del Consejo General del Poder Judicial, ¿verdad?’ Y yo bajo la cabeza y no sé qué responderle.

Pregunta. El mismo vecino habla: ‘Oye, y, de Ciudadanos, ¿quedará algo?’ ‘No’, le respondo.

Comienza el curso

Comienzo de curso

Cada año, cuando llega septiembre, siento algo de nostalgia de mi vida de profesor. Si realmente te gustaba la enseñanza, como me ocurría a mí, los principios de curso eran agradables, de mucha actividad, pero sentaban bien. Solo entiendo estar dedicado a este oficio si realmente tienes, si no vocación, afecto a tu trabajo. Estar en un aula enseñando tu asignatura a un grupo de alumnos por el sueldo de final de mes, como si estuvieras en una oficina esperando la hora de salir, debe ser un problema muy serio. Porque, además, los alumnos notan siempre quién tiene interés en que aprendan y quién está allí cubriendo el expediente. Por cierto, de estos últimos, apenas he conocido a alguno en más de cuarenta años de enseñanza.