La Opinión de Murcia

La Opinión de Murcia

Miguel Hernandez Valverde

El blog del funcionario

Miguel H. Valverde

Día del Orgullo, ¿qué celebramos?

La misma semana que se presentaba en la ciudad de Murcia los eventos que el Ayuntamiento ponía en marcha para celebrar el Día del Orgullo, conocíamos que la Asamblea Regional, a través de su máximo responsable, comunicaba el cese a dos trabajadores de esa institución que estaban en baja médica y que curiosamente son personas vinculadas a la comunidad LGTBI.

Apenas nadie levantó la voz, y dejamos a dos personas en el cuarto oscuro de la indiferencia. Si la propia administración institucional, como es el caso de la prostituida Asamblea Regional, es capaz de echar a la ‘puta’ calle a dos personas estando de baja, una por embarazo de riesgo y otra por enfermedad muy grave, es fácil imaginar qué estará pasando en la empresa privada.

Hace unos días, la vicepresidenta era puesta delante de su propio espejo, y es que no se puede formar parte del Gobierno regional y pretender abanderar el reconocimiento LGTBI, y sentarte con ‘traidores’ de Vox y que fueron expulsados no precisamente por moderar su discurso, sino todo lo contrario. Más aún, uno de sus líderes pedía que ninguna bandera arcoíris pudiera ondear en ningún edificio público.

Pero más allá de otro botón de muestra de que estamos retrocediendo, lo más preocupante es que la extrema derecha sigue ganando terreno y votos en un país que comienza a sacar de sus vísceras de que cuarenta años de dictadura aún siguen dando sus frutos ideológicos.

Llegan tiempos difíciles, no solo para la solidaridad, la igualdad o el feminismo. El próximo día 26 de junio en Madrid en ‘Favor de la Vida y la Verdad’, donde incluso se cuestiona algo tan fundamental como la recién aprobada Ley de la Eutanasia, más de doscientas asociaciones vinculadas a la iglesia y la extrema derecha, han convocado una manifestación que de nuevo pretende seguir arrinconando no solo derechos, sino la propia libertad.

No es hora de celebrar nada, sino de luchar, y es que los avances sociales que, migaja a migaja se van consiguiendo, pueden ser devorados en apenas un día, cuando tengamos que depositar la papeleta en una urna.

Podremos salir de fiesta, vestirnos de arcoíris y abuchear a la vicepresidenta, pero mientras la comunidad LGTBI saca sus tirachinas y sus tacones, al otro lado están preparándose con tanquetas y prohibiciones, con imposiciones y de nuevo señalando a quien no siga nuestra tradición católica.

Estos días nos estamos jugando mucho más de lo que imaginamos, no solo si ponemos una bandera en un balcón, estamos hablando de cosas mucho más importantes; estamos, con nuestra conformidad, nuestra resignación, tirando por tierra la sanidad y la educación públicas, y es que muchas veces no somos conscientes de que gracias a las políticas públicas somos más iguales.

Ahora es cuando aquellos que defienden la libertad con mayúsculas deberían releer al poeta oriolano cuando en una de sus célebres poesías, decía: «Entregan compañeros al trabajo las frentes, que el sudor, con su espada de sabrosos cristales, con sus lentos diluvios, os hará transparentes, venturosos, iguales».

Compartir el artículo

stats