El feminismo es la respuesta ante la discriminación sistemática y estructural que vivimos las mujeres a consecuencia del machismo, que cuestiona nuestros derechos frecuentemente, pese a ser derechos civiles. 

La campaña del PSOE que lanzamos por el 8M vino a visibilizar cómo la calidad de vida de las mujeres sufre en situaciones de crisis, como la acontecida por la pandemia. Las mujeres, que vivimos las desigualdades en todas las áreas en las que nos movemos, vemos cómo nuestra situación empeora cuando todo se tambalea. Así, la precariedad recae sobre nosotras en mayor medida, como también lo hace la responsabilidad del cuidado y el plano doméstico, encontrándonos encadenadas a lo que la sociedad espera de nosotras, sin responder a lo que de verdad desearíamos hacer y ser. 

La pandemia ha dejado datos en nuestra Región que extreman, aún más, la brecha de género, como que el 86% del empleo destruido ha sido de las mujeres, que seis de cada diez personas paradas son mujeres, o que somos la Comunidad autónoma con más víctimas de violencia machista y la tercera en tasa de violencia de género. A ello se suma una brecha salarial que presenta que las mujeres murcianas cobramos más de 5.000 euros menos que los hombres murcianos, junto a políticas que poco centran sus esfuerzos en revertir esta situación, con una ultraderecha hostil que critica el feminismo y lo persigue, cuyo fin es eliminar cualquier expresión de la igualdad de género en nuestra sociedad. Como ejemplo, los presupuestos regionales, que vienen a responder a las demandas y necesidades de toda la población, no cuentan con un informe de impacto de género.

En nuestra Región, además, se vulneran derechos todos los días con la connivencia del Gobierno regional. Un derecho como el de la interrupción del embarazo se cuestiona y limita en nuestra tierra, se condena y se expulsa. Esto pasa incluso en aquellos casos en los que las mujeres interrumpen su embarazo por motivos médicos, por incompatibilidades con la vida, a las que se les expulsa y enjuicia, atacando directamente a la dignidad, salud y, en suma, derechos reproductivos de las mujeres. 

La pandemia nos arrojaba otro dato: la Región de Murcia, junto a Andalucía, tiene los mayores índices de trata de mujeres con fines de explotación sexual. No es de recibo que se consientan en una sociedad democrática y feminista que mujeres sean violadas sistemáticamente y no hagamos nada. Los puteros, que no clientes ni consumidores, violan mujeres en nuestra Región todos los días. Con intercambio de dinero o no, son puteros y es violación. El feminismo es abolicionista por justicia. 

Las mujeres sufrimos discriminación y desigualdades históricas, blanqueadas con agradecimientos por los siglos de entrega a la humanidad. Las mujeres, que sustentan el Estado de Bienestar y permiten que sus entornos desarrollen y emprenden proyectos vitales garantistas, han mirado desde la barrera como los suyos propios no se han podido realizar. Nosotras, siempre eligiendo entre un proyecto personal o uno laboral, necesitamos un cambio. No vamos a blanquear la situación. Homenajeamos la entrega, y forzamos aún más la lucha por revertir esta situación. 

Una sociedad democrática que se precie de serlo debe ser feminista. Y una sociedad feminista debe contar con responder a los derechos y oportunidades del 50% de la población, que somos nosotras. Y eso vamos a hacer, y vamos a seguir haciendo: legislar y trabajar en revertir esta situación, como sabemos hacerlo: escuchando, pactando y actuando.