La Opinión de Murcia

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Lola García

Murcia D. F.

Lola García

¿Son machistas los pedáneos de Murcia?

Las mujeres han dado nombre a 165 calles del municipio de Murcia frente a las 2.564 bautizadas con nombres de varones, unos datos que han sido contabilizados por el Ayuntamiento capitalino desde el año 2000 y que ruborizan a cualquiera que se pare a pensar un poco

Comisión de calles.

Las gafas violetas brillan por su ausencia en el municipio de Murcia, que tiene un callejero machista enquistado desde hace lustros. No es nada nuevo. Antes de esta corporación otras concejalas y concejales progresistas intentaron cambiar esa tendencia de las juntas municipales que no perdían ocasión para bautizar sus calles con nombres de varones. Debates enconados hubo en el pasado con el triunfo del heteropatriarcado sin que nadie pudiera meter en vereda a los pedáneos y al resto de representantes de la Administración local.

Ese macromachismo parece que tiene los días contados gracias a la iniciativa que ha aprobado el Gobierno local y la oposición (sin Vox, claro) para permitir a las mujeres bautizar zonas de la ciudad y de las pedanías con sus nombres. Hay personas a las que este asunto les puede parecer pueril o infantil, pero las cifras recopiladas por el Ayuntamiento capitalino, y puestas de manifiesto por la concejala socialista Esther Nevado en el Pleno del pasado jueves ,no dejan lugar a dudas de que se ha producido una discriminación por razón de sexo en toda regla. En los últimos 21 años, solo 165 calles han sido nombradas en femenino frente a las 2.564 que han recibido nombres de varones, unas cifras que dan vergüenza ajena y que demuestran la necesidad de tomar medidas. La Administración local ha anunciado que modificará el reglamento de calles para que pueda haber, si no igualdad, al menos paridad que es lo que se exige, por ejemplo en las listas electorales.

La ausencia de nombres femeninos en el callejero se ha podido producir por distintos motivos. Por un lado, la falta de interés por parte de las juntas de investigar en su pasado a través de las historias propias de sus localidades para sacar a la luz a esas mujeres olvidadas que seguro trabajaron en distintos ámbitos en sus pueblos. Y por otro lado la nula conciencia feminista y de perspectiva de género en esos lares que provoca una reflexión aún más profunda. ¿Acaso son machistas las juntas vecinales y los pedáneos? Una pregunta que surge de inmediato si se observa además que tampoco hay paridad en la composición de estas estructuras que representan la correlación de fuerzas que hay en la Glorieta. Siempre hay más hombres que mujeres.

La obligatoriedad de imponer nombres femeninos en las calles con la modificación del callejero no solo ha venido motivada por las dispares cifras, también por el caso omiso que se ha hecho desde los barrios y las pedanías a las cartas enviadas por la concejala del ramo recomendando ponerse las gafas violetas. Ante el pasotismo o dejadez, ha tenido que llegar la imposición a través de esta especie de cuotas en las normas que rigen los nuevos nombres.

Mucha pedagogía tendrá que hacer la concejala para que se acepten esos cambios en el reglamento teniendo en cuenta el cabreo que tienen los pedáneos y vocales con el Gobierno local, que les ha ido restando competencias por los nuevos contratos que desde el Ayuntamiento se están realizando para hacer obras y proyectos de mantenimiento. A ver cómo le va y si sufre la denominada ‘brecha de autoridad’. Por nadie pase.

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