Cumpliendo con el tradicional rito para el año en pañales, prefiero desear quimeras que algo verosímil que al acabar 2022 nos pase factura de frustración. Nada, pues, de salud, dinero o amor (aunque la conjunción astronómica de las tres sea rara). Como primer deseo pido a los hados y hadas (evitando el hades) que deparen a nuestra patria y sus patrias varias un puñado al menos de personas con independencia de criterio y comprometidas sin amarres con su independencia personal. El segundo deseo es que quienes quitan y ponen las empleen en los diversos consejos, instancias y organismos reguladores, para que hagan de las suyas, empezando por ventilar las salas. El tercer deseo es que los independientes sobrevivan a la prueba al menos una temporada y se habitúen al vacío que se forma alrededor de todo independiente. Sería una revolución, pero tranquilos, mis deseos no se cumplirán.