Este virus con corona nos está privando de muchas cosas, algunas de ellas trascendentes y que afectan a nuestros más profundos sentimientos, otras, de menos enjundia, pero no menos significativas, como es el no poder acompañar al nacimiento y bautizo de un libro, fruto del trabajo, de la dedicación y de la creatividad de su autor. Pongamos que hablo de Breviario de mi Lengua, de José Quiñonero Hernández, texto que ha visto la luz hace pocas lunas, auspiciado por la Hermandad de Auroros Nuestra Señora del Rosario, de Santa Cruz, de Murcia, que apuesta así por recuperar el lenguaje popular perdido y, en cierta manera, denostado por los hablantes de hoy.

Hablaré primero del autor, que, aunque se ufana de no tener currículum, no le crean, pues no es ni Adriana (Lastra) ni Gabriel (Rufián) ni ninguno de los muchos políticos, de derechas o de izquierdas, o famosos de medio pelo encumbrados por el solo hecho de tener un carnet partidario o de aparecer en las televisiones desgranando, unos sus líquidas e insustanciales ideas y otros su deleznable vida personal.

José Quiñonero atesora un excelente currículum como servidor público, como profesor de literatura, catedrático de Enseñanza Media, como maestro de muchas generaciones de jóvenes y hoy no tan jóvenes titulados, que pasaron por las aulas del IES Ibáñez Martín de Lorca, donde ha ejercicio la docencia y la maestría durante varias décadas, dejando un poso entre el alumnado, recompensado por la posición profesional que estos ocupan y el reconocimiento permanente a la labor de su maestro.

José Quiñonero, junto con su amigo y añorado José Calero y Mercedes Martínez, desarrolló un proyecto educativo innovador en la enseñanza de la lengua y la literatura española e hispanoamericana, Lengua Viva, convertido en varios libros de texto y obras auxiliares, que revolucionó la didáctica de estas enseñanzas y consiguió los mayores réditos económicos y editoriales para la Universidad de Murcia, que lo editó y distribuyó en época del malogrado José Perona, que dirigía entonces el Servicio de Publicaciones de la UMU.

José Quiñonero, gran conocedor y experto en las novelas de caballerías desde su breve paso por el Departamento de Literatura de la Universidad de Murcia, con don Mariano Baquero al frente, es también autor del delicioso libro Registro de ocupaciones y vagancias (2018), reflexiones con fina ironía y cierto humor sarcástico sobre la vida cotidiana, el comportamiento de las personas o la visión de su entorno más cercano. Y, por si fuera poco, también ha buceado en la investigación histórica, también relacionada con la enseñanza pues, como un investigador del Ministerio del Tiempo, se adentró en desentrañar la historia del IES Ibañez Martín, una institución educativa y cultural muy importante en la Región de Murcia y en la vida de la ciudad de Lorca, dándola a conocer en el noventa aniversario de su creación. Un recorrido por la memoria histórica y sentimental del centro a través de los miembros de la comunidad educativa más representativos del instituto y de los acontecimientos históricos que vivió Lorca en esos tiempos. Memoria del primer Instituto 1928-2019 (2019) es un paseo por el tiempo, acompañando a personajes que dieron lustre al centro, en tiempos de gloria y también de oscuridad.

Colaborador habitual de La Opinión, José Quiñonero Hernández es un reputado e irónico investigador, observador de la realidad cotidiana, a la que trata con humor y distancia. En resumen, su obra y su trayectoria académica y profesional desmienten su reiterada afirmación de que es persona sin currículum.

Breviario de mi lengua (2020) es una recopilación de expresiones, palabras y decires del lenguaje popular, transmitido de generación a generación, muchas de las cuales han trascendido al lenguaje cotidiano, sin saber, en ocasiones, su significado. José Quiñonero, con paciencia y con tesón ha recopilado cerca de mil voces o expresiones de ese lenguaje y descifra en este libro el alma de cada una de ellas, lo que guarda cada una, y lo hace con humor, ironía y mucho respeto hacia el lenguaje de sus antepasados, que fueron los que le transmitieron, al calor de la lumbre o a la esponta de la casa familiar de Aguaderas, estos decires y voces, que le acompañaron en su infancia hasta fechas ciertamente recientes. El autor rinde un homenaje, a través de este palabrero, a su gente y a su tierra y hace renacer vocablos y expresiones en desuso para conocimiento de la sociedad actual, tan tecnológica como falta de referentes.

El Breviario de mi lengua no es una reivindicación identitaria, ni de un lenguaje popular en desuso por los hablantes cultos, sino un homenaje y un recuerdo para aquellas expresiones, palabras o voces que configuraron el alma de una sociedad durante un tiempo y un espacio alejado de los núcleos urbanos, pero que por permeabilidad entre el campo y la ciudad, ha trascendido, en algunos de ellos, pocos, al lenguaje habitual, sobre todo de los mayores y que, gracias al trabajo de José Quiñonero, conocemos hoy lo que significan.

Breviario de mi lengua constituye un acercamiento a la cultura popular a través del lenguaje, una hermosa manera de reivindicar, en parte, nuestras raíces.

El autor, con cierta nostalgia de un mundo que se fue, rememora con comentarios subjetivos e interpretaciones personales, el tiempo pasado reflejado en un lenguaje arcaico, que responde al prontuario de sus recuerdos más queridos. Ningún tiempo pasado fue mejor, pero sí diferente.