En nombre de Felipe, Pedro y Pablo escribo estas reflexiones, por si en un futuro las sentencias se dictan en nombre de los tres. El Gobierno controla la agenda del Jefe del Estado porque constitucionalmente está permitido, al existir una monarquía parlamentaria, donde el rey reina pero no gobierna. Perfecto, lástima que las razones por las que al Jefe del Estado se le prohibió ir a Cataluña no sean solo esas. Tres son las versiones al parecer existentes además de la antes dicha. La primera, es que no era posible garantizar la seguridad del acto. No quiero creer que sea así, pues me preocuparía muy mucho. La segunda, consistiría en un guiño nuevo a los independentistas catalanes, que no quieren ver al rey ni en pintura por su país independiente. Como lo demuestra la quema de sus fotos, eso sí con la autorización judicial europea para que se haga, como ocurrió con su padre cuando era rey. La última consiste en la convivencia de Cataluña.

Los Presupuestos Generales del Estado parece que es la razón inmediata (la remota la dejo a la imaginación), pues esos independentistas mandan mucho y sus votos son necesarios. Se trataría, pues, de una hipotética concesión momentánea hasta que pase ese trago parlamentario.

Después, ya veremos. Y si se sienten engañados por no obtener su fin (que es lo más probable que les pase) tendremos más lío político y, lo que es peor, en las calles. Si ésta es la cuestión, usar al Jefe del Estado como moneda de cambio, impidiéndole ir a una parte del territorio del que es su máximo representante, las palabras no me salen. Ya no es cuestión de que el rey vaya o no a la entrega de los despachos de una nueva promoción de jueces y fiscales, pues puede ocurrir, aunque tradicionalmente haya asistido. De hecho, cuando mi promoción hizo las bodas de plata pedimos que nos recibiera el entonces Juan Carlos I, y no quiso o no pudo, y no pasó nada. Lo malo es que Felipe VI sí quería ir, al parecer por lo que él mismo le comunicó al presidente del Tribunal Supremo, aunque expresamente no dijera que se lo habían impedido.

Al hecho de no acudir el rey en contra de su voluntad a presidir un acto del Tercer Poder del Estado es preciso adicionar que se empiezan a tramitar los indultos a los condenados por sedición, y al mismo tiempo, se va a proponer que se rebaje la pena por este delito en una futura reforma del Código Penal. La suma de todos esos hechos, en un palmo de tiempo, significan mucho más que apartarte de una foto. Pero, insisto, qué va a pasar cuando vean que solo han sido migajas y el plato fuerte, que es la independencia de España, no lo consiguen. Entonces, tendrán que estar ahí los jueces, fiscales y tribunales de Justicia para defender el Estado de Derecho, haciendo cumplir la ley, y en especial la más alta de todas, la Constitución. Mientras ésta no se reforme y se permita un cambio de la forma de Estado de monarquía a república, y se derogue asimismo el precepto que contempla la unidad de España, nada podrá lograrse ni por la fuerza, ni por la suma de uno tras otro detalle o desplante o concesión, pues a pesar de que vayan minando la moral de los españoles, no servirá para obtener un fin espurio e ilegal.

Por si fuera poco, Torra ya está, como era de esperar, pues era un confeso, inhabilitado en firme. El Consejo General del Poder Judicial sigue en funciones, porque no se ponen de acuerdo en su renovación las fuerzas políticas, que desgraciadamente van a seguir nombrando a sus miembros, pues se ha vuelto a tirar para atrás la proposición para que se nombren de otra manera. Y, la Justicia, a pesar de los esfuerzos, que me consta se están haciendo desde Madrid y desde Murcia, sigue sin tener los medios personales y materiales, precisos para que no sea tan lenta. Pero todo está bien.